Pamplona se desborda

No pudo celebrarse el primer acto de los Sanfermines 2003. El Colectivo por el Trato Ético a los Animales (PETA) quiso hacer tradicional su encierro nudista en protesta por los actos taurinos que se celebran en las fiestas pamplonesas. Sin embargo, la Policía impidió ayer la denuncia. Docenas de personas, algunas desnudas y otras no, intentaron cubrir el tradicional recorrido del encierro pamplonés, pero tuvieron que conformarse con eso, con intentarlo. Y con subir la temperatura del personal en los prolegómenos del desenfreno.

Chupinazo

De todas formas, la verdadera cita con la fiesta es hoy a las doce de mediodía. Los Sanfermines encierran una serie de cifras que muestran un acontecimiento que desborda una ciudad que durante el año roza los 200.000 habitantes y que en estos nueve días multiplica por diez su población.

¿Quién vela por el buen funcionamiento de todo esto? Más de 2.000 personas intentan regular un imposible: 242 actos festivos de carácter oficial -una media de 27 por día- y el consistorio pamplonés destina un presupuesto para estas fechas de 2.400.000 euros. Las cifras cantan y reflejan el desmadrado nivel y la interculturalidad momentánea que alcanza la fiesta en algunas de sus vertientes.

Uno de los actos centrales de la fiesta es el chupinazo, que después de haber sido lanzado por representantes deportivos en otros años, volvió a la fórmula clásica en 2002. En esta edición, la suerte ha señalado al concejal de UPN Juan Luis Sánchez de Muniain como mano prendedora de la mecha, señal para el inicio del caos festivo. El lugar a la duda lo deja la incertidumbre de saber si con la ausencia de los ediles de la izquierda abertzale, se acabaran los incidentes, algo que se había convertido en una triste costumbre en el interior del edificio consistorial.

Los Sanfermines dejan una fecha que ha quedado marcada en la historia trágica de la fiesta. Hace 25 años, el 8 de julio de 1978, moría Germán Rodríguez, un mozo de las peñas que fallecía a la salida de los toros durante una intervención policial pistola en mano. El cuarto de siglo que ha pasado no ha cerrado todas las heridas y todavía se desconoce si las peñas organizaran algún tipo de acto en su recuerdo.

Otro punto de fricción en la fiesta llega con las txoznas, que tras ser apartadas del céntrico lugar en el que se ubicaban, han visto como los organizadores las han recolocado en el Gaztetxe, situado en pleno Casco Viejo pamplonés.

Para tratar de organizar este maremagno de eventos, juerga y riada interminable de humanos en busca de alegría, se requiere un gran esfuerzo de personal, de agentes uniformados de todos los colores, así como un buen número de voluntarios, trabajadores de limpieza y de vallados que eviten el desbordamiento general.

En el aspecto sanitario, para no colapsar los servicios de urgencias de los hospitales, está la coctelera. El Ayuntamiento ha creado un espacio en el centro para atender problemas de menor importancia y un número brutal de intoxicaciones etílicas.