Barenboim reclama la importancia de Wagner como revolucionario musical
El director inicia sus actuaciones en el Real con 'El holandés errante'
Vuelve Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942) a Madrid para predicar a Richard Wagner. Lo hace desde mañana, lunes, cuando el director y su compañía berlinesa, la de la Ópera Estatal, pongan en escena El holandés errante. Es el cuarto año que Barenboim acerca a Wagner al Teatro Real y no será el último: "Hay compositores, muy pocos, que han cambiado el curso de la historia musical. Uno es Bach; otro, Wagner", dijo ayer el maestro.
Fresco, veraniego, con chaqueta blanca, hablador, provocador, con energía contagiosa; vamos, como siempre, pletórico llega Daniel Barenboim a su temporada madrileña. Empieza mañana con su versión magnífica de El holandés errante, que hará cuatro días, el 7, 10, 13 y 15 de julio. Luego están los dos conciertos, con Schumann como protagonista y Beethoven y Mahler, de quien hará la Quinta Sinfonía, el día 12. Antes, el 9, tocará la Segunda Sinfonía de Schumann y el Concierto para piano y orquesta número cuatro de Beethoven. El día 15 será su despedida con una guinda especial: una sesión golfa, a las 23.30, con Pierrot Lunaire, de Schönberg.
También tendrá tiempo para enseñanzas. Directores de orquesta, directores de escena españoles jóvenes, podrán verle trabajar de cerca. "Era algo que hacía falta. No sólo venir a Madrid para hacer espectáculos, sino para establecer una colaboración y un contacto con nuevos talentos", dijo.
Barenboim se despachó sobre todo en hora y media de conversación distendida. Sobre Wagner habló extensamente: "Tenía un egocentrismo que no le dejaba fijarse en nada más. Escribió cosas intolerables sobre los judíos, bien, pero como músico me interesa su mundo: las cosas que pensaba sobre la ejecución musical, el sonido, el fraseo... El conocimiento profundo del mundo wagneriano hace que el sentimiento armónico sea más dinámico", dijo. "No es mi compositor favorito, pero reivindico su importancia histórica. Ésta no tiene por qué ir unida en un músico a su maestría, sino a que descubren fenómenos que otros pueden seguir", afirmó Barenboim.
Luego pasó a la política. A la Hoja de Ruta de Oriente Próximo, que le toca en el alma como judío: "El problema no es el terrorismo, es la ignorancia de los unos con respecto a los otros. Pero hay esperanza. El odio que se tienen no se basa en que saben el uno del otro, sino en el desconocimiento, así que cuando se conozcan, pues se puede arreglar el problema".
Pero no es en política donde debe actuar un músico, es en la espina dorsal de la sociedad. "No puedo contarlo todavía porque no hay nada fijado, pero estamos intentando crear un programa de educación musical para Palestina", aseguró. Mientras, sigue con su West Eastern Divan, la orquesta de jóvenes israelíes y árabes que va a asentarse tres años en España. "Este año tenemos gira: Londres, Berlín y un país árabe que todavía no hemos confirmado".
También habló de la televisión y la música. "La música no es un fenómeno visual, por eso no funciona en la tele salvo para esos locos que ven conciertos hasta a las dos de la madrugada". Y contó lo que piensa transmitir en su taller con jóvenes: "La música tiene dos caras. La del señor que llega a casa, se pone un whisky y la oye para olvidarse de todo y, la más interesante, la más útil, la que te permite aprender cómo es el ser humano".
Babelia
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