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Raffarin: "Francia está en el purgatorio y no en el paraíso porque aún quedan socialistas"

El primer ministro francés supera una moción de censura contra su política económica

El primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, salió airoso de la moción de censura presentada ayer por la izquierda contra su política económica y social, horas después de provocar a la oposición con una frase de tono más agresivo del habitual en la política francesa. "En su camino al paraíso", dijo Raffarin, "Francia no ha llegado todavía más que al purgatorio, porque aún quedan socialistas". Hace tres semanas les había acusado de "preferir su partido a su patria". Esta última imputación (la primera en el tiempo) ya fue interpretada como un acto de nerviosismo.

El primer ministro lanzó su primera andanada contra los socialistas la noche en que policías y manifestantes se enfrentaban a las puertas del Parlamento, poco después de la escena surrealista en que el grupo comunista cantó La Internacional dentro del hemiciclo y la derecha le acalló a los acordes de La Marsellesa. Pero el segundo ataque en menos de un mes denota una táctica más deliberada. El hecho se produjo el martes por la noche, en Estrasburgo, donde Raffarin asistió a un acto por el 50º aniversario de la creación del Partido Popular Europeo. Testigos de la escena afirman que sonreía cuando dijo: "El primer ministro eslovaco me explicaba que no había más que dos destinos para el socialismo: el paraíso o el infierno. Yo me digo que, en su camino al paraíso, Francia no está todavía más que en el purgatorio, porque aún quedan socialistas".

La difusión del comentario incendió los escaños de la Asamblea Nacional en París, de los que se retiraron los diputados de izquierda que discutían aún la reforma de las pensiones. Uno de sus dirigentes aseguró que ni siquiera el ultraderechista Jean-Marie Le Pen se ha atrevido a insultarles de ese modo.

La oficina del primer ministro distribuyó un comunicado asegurando que su jefe no había querido ofender a nadie. Pero Raffarin acudió ayer a la Asamblea Nacional para el debate de la moción de censura y no se excusó. Con tono un tanto fatigado, el primer ministro se limitó a pronunciar un discurso de política general en el que dejó claro que considera consolidada la reforma de las pensiones (a falta aún de trámites parlamentarios) y que en otoño comenzarán el recorte de los gastos del seguro de enfermedad y el proceso que permitirá llegar a la privatización de los gigantes industriales Électricité de France y Gaz de France. Además, seguirá bajando "sustancialmente" los impuestos.

Aunque algunos diputados de la derecha se mostraban confusos sobre las intenciones de Raffarin, el conjunto de la mayoría parlamentaria apoyó al primer ministro. Todo lo contrario que el líder socialista, François Hollande, quien pidió "respeto" al jefe del Gobierno y le echó en cara su "mano dura" y "discurso brutal". Los socialistas apelaron al presidente de la República, Jacques Chirac, a quien apoyaron hace un año frente a Le Pen; pero ni el jefe del Estado ni sus portavoces dijeron ayer una sola palabra sobre el incidente.

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