Políticos

Es lamentable comprobar cómo los recuerdos de la época en la que se restableció la democracia en nuestro país han decaído hasta la consideración de antiguallas para un número creciente de ciudadanos y han sido arrumbados de cualquier manera en el desván de las conciencias, porque contienen algunas actitudes, esperanzas y valores que permanecen abandonados cuando tendrían todavía mucha utilidad, puede que más que nunca visto el panorama general.

Desde el derrumbe del PSOE, podrido por las hordas yuppies en la vorágine de la cultura del pelotazo, hemos asistido a algunos procesos inquietantes que, aún intentando evitar ser alarmista, no auguran nada bueno y que se están concretando en hechos cuanto menos tristes.

La clase política se ha convertido en una caterva de mercachifles del marketing populista, entre la que se puede esculcar incluso una alcaldesa comunista que se pone a andar el camino del Rocío como una oveja más de la Iglesia, cuya soberbia secular parecía haber sido aplacada a costa de una trabajosa y constante pugna, pero que ha acabado por asimilarse a un partido político de estructura democrática en la consideración del Estado y retoma con renovado ímpetu su obtuso e irritante afán de injerencia en la vida social. A más, recientemente hemos conocido la despatarrante ocurrencia de crear una Cátedra de Taurología en nuestra Universidad. La animalada elevada a disciplina del conocimiento, mientras el sistema educativo público se desmenuza a ojos vista.

Ojalá acertáramos a recuperar aquellas viejas ilusiones y expectativas porque campos para atrás que cortamos.-