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El Príncipe premia a quienes cuidan el lince

En los antiguos salones de caza del palacio de las Marismillas de Doñana, donde han pernoctado Tony Blair y otros primeros ministros de visita en España, hay viejas fotografías enmarcadas con cazadores exhibiendo linces como trofeo cinegético. Esas imágenes pertenecen al pasado. El lince ya no es un animal cuya captura se cotiza. Es el felino más amenazado del mundo y el más mimado. No es para menos. Apenas quedan 200 ejemplares en España; en el parque nacional de Doñana, sierra Morena en Jaén, las sierras de Extremadura y los montes de Toledo. Las tierras donde sobrevive pertenecen por lo general a particulares, que las explotan para pastos ganaderos, aprovechamientos forestales, la caza o el corcho. Gracias a la intermediación de organizaciones ecologistas como WWF/Adena y CBD Hábitat, muchos de estos propietarios han supeditado y compatibilizado la explotación de sus fincas al mantenimiento de un hábitat cómodo para el lince. En 1999, CBD Hábitat tuvo la iniciativa de firmar acuerdos con los propietarios de 15 fincas. En algunos casos les compraron los derechos de caza del conejo, principal suministro alimenticio del lince, se han eliminado las trampas y sembrado espacios con cereales para facilitar el hábitat del conejo. Se han habilitado charcas para que puedan beber. Los acuerdos se han extendido a otras ONG y a 76 propietarios de más de 112.000 hectáreas. Ayer, el príncipe Felipe, que conoce muy bien la amenazada situación del lince, respaldó públicamente la actitud de estos propietarios al hacerles entrega de un diploma en el que se reconoce su contribución para que el lince sobreviva. "Tengo la esperanza de que este proyecto perdure en el tiempo y siga creciendo en el futuro, incorporando progresivamente nuevas propiedades hasta cubrir la totalidad del hábitat actual o potencial del lince ibérico", les dijo en el acto de entrega de diplomas, celebrado en el Ministerio de Medio Ambiente, a los 27 primeros propietarios firmantes de los acuerdos. Alfonso Álvarez de Toledo y Urquijo, al dar las gracias en nombre de ellos, pidió que la Red Natura 2000 no cercene los usos tradicionales de estos espacios. Javier Gisbert Moreno, que recogió el diploma en nombre de su padre, ya fallecido, dice que en su finca de mil hectáreas de Andújar (Jaén) su padre ya empezó en 1991 a facilitar el hábitat del lince. Será o no casualidad, pero los técnicos han identificado y localizado en ella 37 ejemplares en los últimos tres años.-

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