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Reportaje:

España pone un pie en Rusia

Unas 200 empresas españolas protagonizan el primer intento masivo de entrar en el mercado ruso

Fernando Gualdoni

En Rusia es imprescindible mirar donde se pisa y lo mejor es ir acompañado por un guía local. Probablemente, ésta es la lección que se llevaron más aprendida los responsables de las casi 200 empresas que durante la semana pasada participaron en una feria y un foro de cooperación e inversiones hispano-ruso organizado por el Ministerio de Economía español en Moscú. Los contrastes en la capital rusa son también una buena pista para los empresarios. Se puede conseguir de todo en las céntricas calles como Tverskaya, visitar las tiendas más exclusivas en las galerías del Pasaje Tetriakovsky y en general de la zona en torno al Bolshoi y la Plaza Roja y observar, al mismo tiempo, que el camión que descarga los productos en esos comercios tiene 30 años o que el autobús que pasa por delante se cae a trozos cada vez que se hunde en los profundos baches callejeros. Las infraestructuras vetustas en el transporte, industria y algunos servicios son un problema.

Las industrias de la construcción se plantean comenzar a producir en el país

La media de edad de las infraestructuras rusas, sobre todo industriales, supera los 30 años, según un estudio de la Cámara Rusa de Industria y Comercio. Los equipos obsoletos son el mayor obstáculo para el crecimiento de la economía rusa y, aunque desde hace unos tres años las inversiones en innovación han sido constantes, aún no se ha revertido el proceso de declive que la industria sufrió entre 1991 y 1998. En esos siete años, la inversión en infraestructuras llegó a desplomarse en un 80%, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, en inglés). La modernización se ha ido produciendo poco a poco desde que la escalada de los precios del petróleo de 1999-2000 aportó grandes ingresos a las arcas rusas, y ayudó por entonces a un flamante presidente Vladimir Putin a reconducir la economía tras la durísima crisis del rublo de 1998.

Los pocos empresarios españoles que llevan ya una media de cinco años en Rusia coinciden en que desde que a principios de los noventa llegaron las "tres pioneras", refiriéndose a Chupa-Chups, Campofrío y Gallina Blanca (todas del sector de la alimentación), la situación ha cambiado mucho, y más en una cuestión que también preocupa bastante a los empresarios: la seguridad personal y jurídica. "Hace siete años", comenta un ex ejecutivo español reconvertido en consultor, "pagabas al extorsionador de turno para que no te hicieran nada, mientras que hoy pagas por un servicio. Te dan protección pero también hacen gestiones para cualquier cosa que necesites. El único problema con esta gente, muchos ex KGB o de algún otro organismo similar, es que no es conveniente despedirlos. En Rusia las relaciones, los amigos, son muy importantes. Lo más recomendable para un empresario español que quiere hacer negocios aquí, es que se asocie con una empresa local que conozca bien el terreno", explica.

La mayoría de las 63 empresas que participaron en el foro de colaboración e inversiones vinieron, justamente, a hallar un socio en Rusia. Sólo algunas de más tamaño, como Teka Industrial, llegaron con la intención de estudiar el terreno para hacer una fuerte inversión en el país próximamente. "La mayor actividad en este foro la protagonizan dos tipos de empresas, las que buscan un distribuidor y las que ya se plantean dar un paso más y ensamblar sus productos con un socio ruso para pagar menos aranceles a la importación y ser más competitivos", explica Miguel Otero, de la Consultora Troika de Barcelona. Las empresas que comercializan granito, las más exitosas en el mercado ruso junto a las de mármol y otras que venden material para la construcción, no sólo buscan distribuidores y socios, sino que se plantean también comenzar a producir en Rusia. "En Moscú se están remodelando y construyendo muchas viviendas y locales y esto lo están aprovechando bien las empresas españolas del sector. El momento para una feria de muebles, iluminación y otros materiales para el hogar era ahora, sin duda", añade Otero. Finalmente, más de 6.200 visitantes acudieron a la feria y hubo casi 400 entrevistas entre empresarios de ambos países entre el miércoles y el viernes pasado. "Un resultado más que satisfactorio", declaró el ministro de Economía español, Rodrigo Rato.

A pesar de la buena marcha del evento, según el Gobierno español, Rato nunca dejó de avisar de que, a pesar de lo mucho que todo ha mejorado en Rusia desde 1999, mucho es lo que queda por hacer. El ministro hizo mención a una nueva ley de aduanas que entrará en vigor en 2004 y que reducirá la burocracia en las aduanas y acelerará, en teoría, la entrada de productos españoles; y hará más transparente el sistema comercial.

La nueva normativa, así como otras reformas que ha emprendido el Gobierno de Putin, están dirigidas a cumplimentar los requisitos para que Rusia acceda a la Organización Mundial de Comercio (OMC). El país lleva un considerable retraso, y sólo ha cumplido la primera de las cuatro etapas que se deben pasar para entrar en el organización desde que solicitó el ingreso en 1995, según el CSIS. El viceministro ruso de Desarrollo y Comercio, Maxim Medvedkov, reconoció recientemente a la prensa local que Rusia no entrará en la OMC a finales de este año, a pesar de que, según él, más de la mitad de la legislación comercial rusa clave para el ingreso (unas 53 leyes) ya ha sido aprobada por la Duma (parlamento). El cálculo más optimista prevé el ingreso de Rusia en 2005 y el más realista, para 2007.

El príncipe de Asturias, en su visita a la feria comercial en Rusia.
El príncipe de Asturias, en su visita a la feria comercial en Rusia.EFE

Burocracia e inseguridad jurídica

Rusia y Ucrania son los únicos dos grandes países del mundo industrializado que no son miembros de la OMC y este hecho, a pesar de que la organización no es famosa por su eficacia, para una empresa o un sector es importante saber que si va a vender a un país, éste tiene un marco legislativo que cumple ciertos estándares internacionales. Es por esto que la mayoría de las empresas españolas sólo busca un distribuidor en Rusia y muy pocas están decididas, de momento, a dar un salto mayor, a instalarse. El Príncipe de Asturias y el ministro Rato han estado en Moscú para dar peso político y relevancia al encuentro empresarial, justamente por lo difícil que es convencer a un empresario español de invertir en Rusia. "Rusia aún suena a agujero negro y a poco seguro, yo he venido a tantear y no me quejo, pues he tenido algunas buenas entrevistas con pequeñas empresas rusas que seguramente distribuirán mis productos. Creo que, en general, mis colegas y yo hemos venido con una buena predisposición pero con mucha cautela", comentaba un empresario valenciano del sector del mueble.

"Rusia da miedo, porque es tan burocrática e inabarcable como China, pero no recibe tanta inversión extranjera", comentaba un diplomático español en Moscú. "La burocracia e inseguridad jurídica son los principales obstáculos para el comercio y al menos ya se ha hecho un nuevo código fiscal que simplifica las cosas, además de que recortó el impuesto de sociedades al 24%

[la media europea es del 35%], pero nada, la inversión extranjera directa sigue siendo muy baja", añade. Tanto el Instituto para la Economía en Transición de Moscú como para el banco de inversiones Troika Dialog la inversión ha subido en los primeros meses del año pero aún es baja como para que se note en la economía real. Pero esa economía, la real, está muy lejos de la mayoría de los ciudadanos rusos que perciben un salario medio mensual de 185 dólares. "La mala distribución de la renta en Rusia estimula la corrupción", dice el diplomático, "por eso cuando un empresario español llega a la aduana y ve que su mercancía no pasa, o entra en el juego o no vuelve más. Y muchos no regresan", dice la fuente diplomática.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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