La Copa de los modestos

Tres vídeos colgaban ayer del antebrazo del técnico Gregorio Manzano, jiennense de 46 años, mientras paseaba por el hotel de concentración del Mallorca, en la playa de Alicante. Se los iba a pasar a sus jugadores como el último toque para la final de esta noche en el estadio Martínez Valero de Elche (21.00, TVE-1). Un vídeo puramente psicológico sobre superación personal ("no me gusta que digan que un futbolista no puede dar más de sí; siempre puede", advierte Manzano); otro sobre decepciones de equipos que se creyeron favoritos y cayeron en la final Copa -un aviso para navegantes-; y un tercer vídeo de alegrías después de grandes victorias y de estímulos positivos.

Manzano trataba de que sus jugadores estuvieran preparados para todo. La misma obsesión que ha perseguido al técnico del Recreativo, Lucas Alcaraz, granadino de 36 años, que lleva meses visualizando esta final. Pese al descenso a Segunda del Recre, Alcaraz ha sido elegido por sus colegas de la Liga como el segundo mejor entrenador del curso, detrás de Rainald Denoueix, de la Real.

Alcaraz y Manzano coinciden en numerosos puntos: la misma pasión por el fútbol, los mismos orígenes -los campos de tierra de Regional-, el adiós a sus respectivos equipos esta noche en busca de metas mayores, y la disputa hoy en Elche del partido más importante de sus carreras. Es la Copa de los modestos y su ilusión es mayúscula. Unos 14.600 aficionados del Mallorca y otros tantos del Recreativo se han desplazado a Elche. El premio, además del título, será la disputa de la próxima Copa de la UEFA.

Si el Recre conquista la Copa, repetiría el éxito del Castilla, otro equipo de Segunda que jugó en Europa -la Recopa- en 1980. Es la primera vez en sus 113 años de historia que el conjunto andaluz se planta en una final. El Mallorca, en cambio, tiene un poco más de experiencia. Disputó y perdió dos finales de Copa. La primera ante el Atlético de Madrid, en 1991, y la otra ante el Barça, en 1998.