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Entrevista:PETER GOODFELLOW | Vicepresidente de investigación de GlaxoSmithKline

"Hemos decidido centrarnos en la síntesis química para buscar fármacos"

Peter Goodfellow (Londonderry, Irlanda del Norte, 1951) es licenciado en microbiología por la Universidad de Bristol y doctor en genética humana por la de Oxford. Trabajó durante varios años en el Imperial Cancer Research Fund (ICRF) y ocupó la Balfour Chair de la Universidad de Cambridge. En 1996 se incorporó a SmithKline Beecham para dirigir el Departamento de Investigación Biofarmacéutica y Desarrollo. Tras la creación de GlaxoSmithKline, fue nombrado vicepresidente de la división de Discovery Research de esta firma.

El pasado 13 de junio, Goodfellow estuvo en Madrid durante la inauguración del Centro de Investigación Básica que su empresa ha instalado en Tres Cantos (Madrid), acto que fue presidido por los Reyes de España.

Pregunta. ¿En lugar de realizar millones de pruebas mediante ensayo y error para encontrar nuevos fármacos, no sería preferible diseñar directamente las moléculas que necesitan?

Respuesta. Nosotros ya lo hacemos así, las moléculas que hacemos pasar por las pruebas ya han sido diseñadas de manera que sean lo más aproximadas posible al efecto que se pretende obtener. En ocasiones, si nos basamos en la información estructural podemos predecir casi con exactitud qué moléculas son las que van a interactuar con una proteína. Pero desafortunadamente todavía no conocemos todo lo suficientemente bien como para prever todas las posibilidades, por eso tenemos que hacer tantas pruebas.

P. ¿Cómo seleccionan las dianas (proteínas que pudieran usarse como objetivo de intervención terapéutica)? ¿En función de grupos de enfermedades?

R. Este centro es el punto de partida en el proceso de descubrimiento de nuevos medicamentos, y todas las sustancias se prueban en todos los terrenos patológicos, así que no está estructurado por enfermedades. El siguiente paso del proceso se hace en los seis centros de excelencia que tenemos, tres en Estados Unidos, dos en Reino Unido y uno en Verona, Italia. Estos centros, donde se hace la optimización de las sustancias, sí están especializados en ciertas áreas o intervenciones terapéuticas.

P. ¿Las dianas son siempre proteínas humanas o también de microorganismos?

R. Son proteínas, normalmente humanas. En el caso de enfermedades infecciosas, ya sea por virus, bacterias, hongos o parásitos, obviamente la diana será la proteína que esté presente en esos organismos.

P. ¿Qué es más importante, la caracterización de las moléculas químicas o la selección de dianas?

R. En un matrimonio ¿quién es más importante, el hombre o la mujer? En esto es igual, las dos deben confluir. Hay algunas dianas que sabemos que participan en una patología y las hemos caracterizado muy bien, aunque no tenemos aún el modo de diseñar las moléculas que afecten a esa diana. En este caso, diseñar la diana es fácil pero conseguir la molécula es difícil, pero también ocurre lo contrario, que tenemos moléculas activas contra ciertas dianas que no sabemos aún muy bien en qué procesos participan.

P. Hace unos años, este tipo de centros obtenía las moléculas que probaban de organismos vivos. ¿Se hace así en el de Tres Cantos?

R. Ya no lo hacemos así. El desarrollo de un medicamento es muy complicado y hay muchas vías para obtenerlo. Nosotros hicimos un análisis de la situación y decidimos que donde podíamos tener más éxito es en la síntesis química, más que utilizando productos naturales. Esto no quiere decir que no haya fármacos importantes que utilizan sustancias naturales, y siempre los habrá, pero nosotros hemos decidido centrarnos en la síntesis química. Por ejemplo, hace cinco años el producto más utilizado contra el cáncer era el taxol, que procede de las hojas de una planta. ¿Cree usted que la mejor forma de encontrar un fármaco contra el cáncer es estudiar las hojas de los árboles, o caracterizar las dianas que se disponen estratégicamente de manera distinta en los diferentes tipos de cáncer? Nosotros hemos pensado que es mejor aprovechar la vía del conocimiento para tener identificadas las dianas, esas proteínas que se van a ver afectadas por el tratamiento.

P. ¿Cómo ha revolucionado la genética el trabajo de sus centros de investigación?

R. En dos maneras que han tenido un gran impacto. En primer lugar, que hasta que no estuvo disponible la secuencia del genoma, el número de dianas al que podíamos acceder se limitaba a unas 500. Con la secuencia completa ya tenemos 30.000 o 40.000 genes para trabajar en la consecución de muchas más dianas. En segundo lugar, que podemos utilizar la información del genoma humano para estudiar las variaciones de los genes y los resultados fenotípicos, todo lo que se puede medir acerca de los individuos, usted o yo. Usted tiene su complexión, su altura, sus características y todo eso depende de dos cosas, los genes y el entorno. Los genes son menos complicados que el ambiente, de modo que si podemos centrarnos en los genes y entender de qué manera contribuyen a sus características personales y las enfermedades que va a tener, quizás podamos entender la base genética de la enfermedad y predecir qué pacientes responderán a un fármaco y qué pacientes sufrirán los efectos adversos y eso se basa en la genética.

P. ¿Cuánto tiempo tarda en desarrollarse un fármaco y qué inversión exige?

R. Actualmente se tarda entre 15 y 20 años, incluyendo las pruebas clínicas, y la inversión necesaria es, como promedio, de mil millones de euros. Hay que tener en cuenta que para desarrollar un nuevo fármaco hay que ensayar en torno a un millón de compuestos. Y la situación ha empeorado. Creo que se debe a que tratamos de encontrar fármacos para enfermedades que no hemos podido tratar con éxito en el pasado, y también porque la sociedad exige cada vez más que se demuestre la seguridad de los fármacos. Tenemos que encontrar otra manera de hacer las cosas, más rápida y eficaz.Si funcionara la genética, en combinación con las técnicas de automatización que se han desarrollado con microchips, y si pudiéramos identificar a las personas que se van a beneficiar realmente de una terapia, no tendríamos que someter a pruebas clínicas a miles y miles de individuos, y eso tendría una gran repercusión en el tiempo y la inversión.

Peter Goodfellow, en su reciente visita a Madrid.
Peter Goodfellow, en su reciente visita a Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

Tres millones de moléculas

Tras 15 años de actividad en este tipo de trabajos, el Centro de Investigación Básica de GlaxoSmithKline en Tres Cantos (Madrid) ha puesto en marcha unas instalaciones automatizadas para la realización de screenings, el proceso de poner en contacto moléculas químicas con dianas farmacológicas para determinar su posible actividad biológica. Estas instalaciones, denominadas ultra-high-throughput screening (uHTS) permitirán multiplicar por cuatro el número de experimentos hasta alcanzar 50 millones de ensayos en el año 2005.

El centro cuenta con un almacén con capacidad para 2,8 millones de muestras individuales de moléculas que serán ensayadas en un creciente número de dianas farmacológicas, con lo que se espera duplicar el número de sustancias susceptibles de llegar a convertirse en nuevos fármacos, reduciendo así el tiempo de desarrollo de los medicamentos en unos dos años. El sistema está completamente robotizado y dispone de un avanzado sistema de tratamiento de datos para analizar la ingente cantidad de información que proporcionan los ensayos. Será implantado también en un próximo futuro en los otros dos centros de investigación básica que la compañía mantiene en el Reino Unido y en Estados Unidos.

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