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Reportaje:LA TRANSICIÓN EN IRAK

Uniformes y velos en Irak

Las iraquíes ven con esperanza o con desconfianza a las soldados estadounidenses

Una anciana iraquí vestida de negro desde el velo a las sandalias arrastra los pies hasta un puesto de control del Ejército de EE UU en Bagdad. La tropa masculina sabe que cachearla es tarea de la soldado Key, una rubia desvaída con gafas, uniforme de camuflaje color arena, chaleco antibalas, cantimplora, casco, botas, cartucheras y fusil ametrallador. La anciana apenas sabe poner los brazos en cruz mientras la soldado va palpando sus ropones, satinados de puro sucios, con la aprensión de un médico novato. Van apareciendo cosas de un sinfín de bolsillos: una cajetilla de tabaco, el encendedor, billetes, medicinas, papeles... La mujer es como un bolso andante. "Ok. Go ahead (adelante)".

"Las americanas tienen un papel importante en la sociedad y son independientes"
"No sé por qué han tenido que traer mujeres. No me gusta su aspecto"

La escena parece la viva imagen del choque de civilizaciones, pero ¿lo es? La soldado Nicole Thompson, negra de Carolina del Sur, no lo tiene tan claro. "Cuando llegué aquí pensaba que iba a encontrar a mujeres muy tradicionalistas, siempre tapadas, siempre encerradas en casa, pero he visto que debajo del velo hay algunas muy bien preparadas. Ha sido una sorpresa". Zina Asaad, estudiante de la Universidad de Bagdad, sin velo y con pantalones, es una de ellas. "Las mujeres americanas son una esperanza para las iraquíes. Tienen un papel importante en la sociedad y son independientes, y eso me gusta. Aquí no tenemos más vida que los libros". Su compañera Saba Muthena, con velo y falda hasta los tobillos, no está de acuerdo. "Las soldados parecen marimachos. Es una vergüenza que las mujeres vayan a los cuarteles o lleven armas".

La ocupación norteamericana ha abierto un debate entre el miedo y la esperanza en la mayoría de las iraquíes. Unas temen la violencia y la libertad sexual que han visto en películas y vídeos de EE UU, otras sueñan con el progreso científico, los aparatos de las casas, las modas. Las contradicciones están muy por encima de llevar velo o no. Saba Muthena y sus amigas Rukia Farjan y Abri Karim siguen hablando. "No odiamos a los americanos, pero no nos gusta que nos apunten con las armas", dice una. ¿Se han metido con vosotras los soldados? "No", responden, "nos tiran besos y algunos son guapísimos". A las tres les encantan Madonna y George Michael.

En casa de Hazem, en el barrio pobre y chií de Ur, al este de Bagdad, se discute mucho de política. Él está agradecido a los norteamericanos -"si no es por ellos nadie derroca a Sadam. Este país era un infierno"-, pero a su mujer, Um Aisar, no le gustan nada. "No sé por qué han tenido que traer mujeres. No me gustan ni su aspecto ni su forma de hablar. No se puede distinguir entre un soldado y una mujer", dice esta ama de casa sentada en el suelo y vestida completamente de negro. La madre de Hazem, también de negro, interviene: "Las militares americanas se tenían que haber reunido con las mujeres iraquíes para conocer sus necesidades, pero no lo han hecho. No me gustan sus costumbres, pero espero que los americanos respeten nuestras tradiciones y mejoren la situación de la mujer iraquí. Las guerras y el embargo fueron en contra nuestra". Um Hazem era, antes de jubilarse, subdirectora de un banco.

Suegra y nuera coinciden en los defectos del hombre iraquí: "Está siempre nervioso y quiere controlarlo todo. No ayudan nada en casa, ni tan siquiera hacen el té. Tienen miedo a darnos libertad". Su cuñada Lamia, que es abogado, teme la influencia cultural de EE UU, "sobre todo, entre los adolescentes". Para las tres, Irak debería copiar en términos de igualdad de género a Líbano.

En el Instituto Al Sharquíe, en el barrio de Karrada, de clase media alta, un grupo de quinceañeros con vaqueros y unos bigotes hechos y derechos acaban de examinarse. A ellos también les gusta el modelo de Líbano... y Britney Spears y Asale, una cantante egipcia famosa en el mundo árabe por sus minifaldas. Sus compañeras del instituto de al lado, camisa blanca y uniforme azul marino hasta los tobillos, con carpetas forradas con fotos de los Back Street Boys o de Beckham, coinciden. "Asale es fenomenal y también Enrique Iglesias, que está buenísimo", gritan entre risas. Las profesoras no se ríen y ponen fin a la entrevista.

Una soldado estadounidense cachea a dos mujeres iraquíes en el puerto de Um Qasr, al sur de Irak.
Una soldado estadounidense cachea a dos mujeres iraquíes en el puerto de Um Qasr, al sur de Irak.AFP

Combate entre estadounidenses y sirios

Fuentes del Pentágono anunciaron anoche que soldados estadounidenses y guardias de fronteras sirios protagonizaron combates armados la semana pasada durante la operación aérea y terrestre norteamericana contra un convoy de vehículos que, según estima Washington, trasladaba a altos funcionarios del derrocado régimen de Sadam Husein. Las mismas fuentes revelaron que, al menos, cinco soldados sirios resultaron heridos en los choques armados.

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