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Crónica:ATLETISMO | Copa de Europa
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Un fracaso absoluto"

El cuarto puesto de Penti en los 3.000 metros obstáculos, su frustración, simboliza la derrota del descendido conjunto masculino

Carlos Arribas

El atletismo masculino español empezó a perder un poco más de prestigio exactamente a las 15.25 de ayer, cuando Montxu Miranda, un fornido pertiguista vizcaíno, cometió su tercer fallo sobre una tan modesta altura como 5,20 metros. Se presagiaba bajo el calor florentino una tarde dura. Dos horas y media más tarde, José María Odriozola, el habitualmente sonriente presidente de la federación española, lucía una cara de agudo dolor de muelas tal que nadie podía dudar: lo peor había ocurrido, la flamante selección española de atletismo, envidia de vecinos y asimilados, abandonaba cuando menos se esperaba la Superliga europea, la categoría máxima de la Copa de Europa tras un domingo desastroso y simbólico: la misma fuerza que hizo que el lado femenino lograra la mejor clasificación de su historia y genere unas expectativas únicas parece salir de sus frustradas contrapartes masculinas.

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La imagen de la derrota del macho hispano era la de Antonio David Jiménez Pentinel, o Penti a secas, que terminó cuarto la prueba de 3.000 obstáculos -la prueba en la que es campeón de Europa-, llegó a la zona mixta, echó unos cuantos juramentos, golpeó desesperado su mochila, confesó que tenía ganas de llorar y afirmó: "Soy un ganador nato, quedar cuarto es un fracaso absoluto". Penti, el gran favorito, perdía tres puntos de los necesarios y, encima, regalaba un par de ellos a los polacos, quienes al final serían el rival imposible. Fue un cuarto puesto inexplicable, pese a que el combativo Penti haya pasado un invierno de enfermedad y dolor, una actuación que, como la de Montxu Miranda, o la del discóbolo canario Mario Pestano -quinto, con una marca de 60 metros, la peor que consigue en muchos años-, entra de lleno en la categoría de pufo. "Estos pufos encadenados han sido la clave", dijo el apesadumbrado Odriozola. "Pero este resultado, tan triste, no pone en cuestión el atletismo español. La Superliga es una competición peculiar y se nos resiste, nada más".

El resultado, el séptimo puesto, explicable por los pufos -errores que no pudieron contrarrestar las excelentes actuaciones de Reina, primero en 800, Castillejo, segundo en 3.000, o el relevo largo, cuarto- es también explicable por la penuria, secular o sobrevenida, de gran parte de las especialidades del atletismo. Un español fue ayer el último en jabalina -como se esperaba, pero con un rídiculo, en expresión de Odriozola, lanzamiento de 64 metros-, otro fue último en pértiga, otro en triple salto y otro en 200 metros. Hay figuras excepcionales como Manolo Martínez o Yago Lamela, pero velocidad, lanzamiento y saltos son sectores cada vez más atrasados en el atletismo masculino español.

España llegó a Florencia con el asunto Alberto García -el positivo del vallecano- pesando sobre el del equipo y se va con una triste sensación de fracaso. "Pero lo de Alberto es un hecho aislado y lo vamos a demostrar. No ha afectado para nada a la selección", afirmó Odriozola, quien anunció un acuerdo con la IAAF, la federación internacional, para llevar a cabo 30 análisis de sangre-orina por sorpresa en busca de EPO a los mejores atletas españoles antes del Mundial de París. "Y, además, pondremos en marcha el programa del pasaporte hematológico para nuestros atletas".

Montxu Miranda, en acción.
Montxu Miranda, en acción.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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