Las mujeres salen de la sombra
El equipo femenino español acaba el quinto y mantiene la categoría por primera vez en su historia
"Sí, las chicas han conseguido un triunfo histórico", dijo José María Odriozola, el presidente de la Federación Española. Lo dijo, resabios de toda la vida, con media alegría, ensombrecido por el desastre de los hombres pese a que las mujeres que saltan, corren y lanzan han salido, por primera vez, de la sombra de los hombres. Descendió, como es su hábito, el equipo masculino, fiel a su tradición ascensora. Se mantuvo en la Superliga, hecho único, el equipo femenino. Lo hizo brillantemente, añadiendo más pizcas de historia, consiguiendo por primera vez dos victorias: Natalia Rodríguez, la fina estilista, en los 1.500, y Glory Alozie, la bomba nigeriana, en los 100 vallas. Y eso que no estaba Marta Domínguez, que habría sumado más. Las atletas españolas, como señaló la espigada saltadora cántabra Ruth Beitia -segunda, con 1,95 metros, en altura-, demostraron una amplitud de espectro que no posee el lado masculino. "Es que hay pruebas, bastantes pruebas, en las que ya tenemos más nivel las mujeres que los hombres", dijo Beitia. "Yo, por ejemplo, estoy entre las 10 mejores del mundo. Y en vallas y velocidad está Alozie. Y también saltamos en horizontal con Castrejana y Montaner. Y..."
Ruth Beitia: "Hay pruebas, bastantes pruebas, en las que ya tenemos mejor nivel que los chicos"
Las mujeres del equipo español mostraron una capacidad competitiva que no exhibieron los hombres. Al igual que la víspera la aguerrida Cora Olivero y la novata Dori García fueron capaces de sonseguir su mejor marca personal de siempre en sus pruebas, las que actuaron ayer estuvieron rondando sus mejores marcas de siempre o del año, y superando todos los desafíos. Beitia, por ejemplo, hace poco batió el récord de España, con 1,96 metros. Ayer, para terminar segunda y batir por primera vez en su vida a la rusa Marina Kuptsova -el futuro de la altura: 21 años y 2,02 metros de mejor marca-, la cántabra llegó a 1,95 sin fallos. "Y pasé rozando el 1,98", añadió. O Concha Montaner, la valenciana que lloró porque terminó cuarta en el Europeo de Múnich. Ayer también fue segunda -por sólo siete centímetros la superó la francesa Eunice Barber, una heptatleta que está más fuerte que nunca-, logrando su mejor marca del año, 6,69 metros, y fue capaz de frenar a Fiona May, la ex campeona del mundo italiana, que regresaba a la competición tras un año en blanco por su maternidad.
Glory Alozie fue la primera triunfadora del día. La atleta de Rafael Blanquer ganó los 100 vallas a base de oficio -"como corría por la calle de la izquierda la rusa Laujova", explicó, "pude controlarla todo el tiempo y así la adelanté en la última valla: si hubiera corrido por mi derecha no la habría visto"-, pero terminó echando pestes. "Ozú, que calor", decía y repetía. "No me gusta nada el calor. No he corrido bien, nada bien. Pero por lo menos he ganado. Lo importante son los puntos". Las mujeres, cuya situación de partida era más delicada que la de los hombres, comenzaron la jornada con el éxito avasallador de Glory Alozie, quien, pese al calor, se quedó en el horno que era la puerta del estadio para seguir animando a sus compañeras. Así, pudo conmoverse con la maestría de Natalia Rodríguez en los 1.500.
"No me lo puedo creer, no me lo creo", dijo la atleta catalana, quien corrió los primeros 1.400 metros en quinta posición, casi sola, y que iba dispuesta a recoger uno o dos cadáveres como mucho en los últimos metros. Pero no se quedó ahí. En unos últimos 100 metros magníficos salió a la calle tres y dejó atrás a todas. "Me animé y vi que las demás se quedaban paradas y las pasé". Un reprís como el de todo el equipo femenino, capaz de superar a los hombres y de superarse a sí mismas por primera vez.
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