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RÁUL | Mejor futbolista español | FÚTBOL | Los mejores de la temporada

El depredador minimalista

Santiago Segurola

Raúl ha entrado en la misma categoría que los goles de Romario. Después de la célebre temporada del brasileño en el Barcelona (de la segunda sólo queda el rastro de su deserción), Canal + no tuvo otro remedio que dividir los mejores goles del campeonato. Primero los de Romario, luego los demás. Cuando se llega al momento de las encuestas, y ésta de EL PAÍS recoge desde hace años la opinión de los entrenadores de la Primera División, no hay manera de encontrar un competidor para Raúl, mejor futbolista español del campeonato por sexta vez. Estamos, por tanto, ante un jugador que reúne dos características fundamentales: no está sujeto a las modas y merece la mejor consideración en el mundo profesional. Del muchacho que apareció como un agitador de arrabal, se ha pasado al futbolista adulto que extiende su influencia en todos los sectores del equipo. Es el líder moral del Madrid, el futbolista que se resiste como ninguno a la derrota, el astuto delantero que disecciona con ojo clínico a los defensas, el entrenador con botas en los partidos más exigentes y el depredador de toda la vida. Con toda seguridad hay en su equipo jugadores más rápidos, más fuertes y más hábiles. Y con todas seguridad eso le importa muy poco. La trascendencia de Raúl tiene un punto misterioso: si dividido por partes no invita a pensar en el crack indiscutible, el conjunto es abrumador.

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Raúl ofrece argumentos incontestables a quienes dudan de su categoría. Demasiadas veces se le ha definido por intangibles subjetivos: la entereza de su carácter y la voluntad ganadora. Esta visión es una manera de perpetuar un misterio que Raúl no merece. El mundo del fútbol está llena gente firme y competitiva que no puede jugar en Segunda División. Es posible que la voraz dedicación de Raúl a su profesión no encuentre demasiados rivales, pero no se puede explicar su larga y brillante trayectoria en el Real Madrid desde ese punto de vista. Es una mirada injusta y reductora. En realidad, Raúl es un monumento a la objetividad. Pocos futbolistas admiten menos dudas desde los fríos n´meros: cada vez que marca entre 20 y 30 goles por temporada, y eso ocurre siempre, nos recuerda que es el máximo goleador en activo de la Primera División y de la Liga de Campeones, por no hablar de la selección, donde está a la cabeza en términos históricos.

Además de hacer goles con una frecuencia admirable, Raúl conoce como pocos los secretos del juego. El más concreto de los futbolistas, es difícil igualar su capacidad para tomar las decisiones correctas en el momento y lugar adecuados. Sería el rey del minimalismo si no fuera porque se reserva cierta épica inesperada, y hasta barroca, que vuelve a confundir a los analistas: un tiro de media distancia que entra por la escuadra frente al Barcelona o el Milan, una jugada maradoniana frente al Atlético, un cabezazo intempestivo aquí, un golazo de arrabal por allá. Entonces se cae en la cuenta de que los registros de Raúl son innumerables y que no merece la pena clasificar su talento. Simplemente es un futbolista excepcional que además tiene el don de mejorar a la gente que le acompaña. O por eso es definitivamente excepcional.

No hay competencia entre Raúl y los demás jugadores españoles en este momento. La encuesta con los entrenadores ha vuelto a manifestarlo en un año con ciertas particularidades. Por un lado, ha sido una temporada mediocre para la mayoría de los mejores jugadores españoles. Sólo la irrupción de Xabi Alonso y la definitiva consagración de Guti han invitado al optimismo. Por diferentes causas, ni Baraja, ni Valerón, ni Tristán, ni Joaquín han estado a la altura de su prestigio. En el caso de Raúl se recuerda la operación de apendicitis que la apartó del equipo en un momento crucial, cuando sus prestaciones eran insuperables y el Madrid le necesitaba más. Cómo no recordar el elogio Alex Ferguson tras el partido de ida con el Manchester. "Es el mejor jugador del mundo", dijo, y nadie lo dudó entonces. El Madrid pagó la convalecencia de su delantero con la eliminación en la Copa de Europa y el sufrimiento final en la Liga. También es signo de gran futbolista: su ausencia es irreparable.

Raúl, ante Karanka, dispara a puerta ayer en el partido frente al Athletic.
Raúl, ante Karanka, dispara a puerta ayer en el partido frente al Athletic.LUIS MAGÁN
Raúl dibuja un escorzo con el cuerpo en un partido del Real Madrid.
Raúl dibuja un escorzo con el cuerpo en un partido del Real Madrid.LUIS MAGÁN

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