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Enfermedades desfasadas

España mantiene el mismo catálogo de dolencias profesionales desde 1978

Un cuarto de siglo lleva inamovible en España el Cuadro de Enfermedades Profesionales, aquel en el que se recogen, de modo oficial y con tratamiento a cargo de la Seguridad Social, aquellas dolencias que se derivan directamente de la actividad laboral. Una recomendación europea, en fase muy avanzada, recordará la necesidad de actualizar este catálogo obsoleto.

La declaración de este tipo de enfermedades aumentó en España un 12,2% en 2002, hasta las 23.799, según los datos de UGT

Según los datos del informe Randstad de Calidad del Trabajo, elaborado por el Instituto de Estudios Laborales de Esade, España está a la cabeza de los países europeos en que los trabajadores declaran que su salud y seguridad son más vulnerables debido a sus tareas laborales: más de un 40%. Sólo Grecia (48%) y Portugal (44%) la superan. La Comisión Europea ultima la elaboración de una recomendación en la que se pone al día el catálogo de enfermedades laborales. Los agentes sociales esperan que esta propuesta ponga en marcha la actualización en España.

Las enfermedades profesionales declaradas en España subieron un 12,2% en 2002 con respecto al año anterior, hasta las 23.799, según los datos de UGT. La corrección del desfasado Cuadro de Enfermedades Profesionales es precisamente uno de los objetivos que se ha propuesto el Grupo de Salud Laboral de la Mesa de Diálogo Social, en el que se integran el Ministerio de Sanidad, las organizaciones empresariales, los sindicatos y las mutuas laborales. Su próxima reunión está prevista para mañana, y uno de los temas a abordar será la necesidad de actualizar dicho cuadro, así como perfeccionar los sistemas de notificación y registro de las dolencias derivadas de las actividades laborales.

Para Dolors Hernández, secretaria ejecutiva de Salud Laboral de UGT, "sólo con un sistema que permita hacer aflorar de verdad las enfermedades profesionales se conseguirá que las empresas pongan más medios para su prevención y se den cuenta de que prevenir es una inversión, no un gasto". Según su argumentación, si las enfermedades de origen laboral son tratadas como enfermedades comunes, las empresas no se ven obligadas a corregir sus causas. A la larga, esto se traduce en menor rendimiento, nuevas bajas y una caída en la productividad.

Trabajadores informados

Desde CC OO, Javier Torres, adjunto del departamento de Salud Laboral, insiste en la necesidad de actualizar no sólo el catálogo de enfermedades, aprobado en 1978, sino también los sistemas de notificación y registro de enfermedades laborales. Para ello, considera imprescindible "modificar la ley que determina cómo se declaran dichas enfermedades", y reclama al Gobierno que, antes de que acabe la legislatura, ponga en marcha por lo menos un proyecto para su negociación. Entre las reclamaciones de los sindicatos está una mayor formación de los profesionales sanitarios, para que aprendan a vincular con nitidez y notificar el origen laboral de enfermedades que hoy se tipifican como dolencias comunes y un sistema de información perfeccionado para que los propios trabajadores conozcan qué enfermedades son de origen laboral.

Dolors Hernández cita el ejemplo del estrés, cuya inclusión en el Cuadro de Enfermedades Profesionales, junto con otras dolencias psicosociales de reciente aparición, es una de las reivindicaciones sindicales más insistentes, sobre todo por su incidencia en el colectivo de la enseñanza. Para la responsable de Salud Laboral de UGT, "muchas personas que padecen dolor de cabeza persistente no saben identificar su origen, que en muchos casos es el estrés que sufren en su trabajo".

Desde el lado empresarial, Pilar Iglesias, responsable del área de Salud y Seguridad Social de la patronal CEOE, se muestra abierta a la actualización del Cuadro de Enfermedades Profesionales. Ella misma recuerda que la organización a la que representa suscribió en su momento, en la Mesa de Diálogo Social, el plan de trabajo encaminado a poner al día dicha lista. No obstante, considera que ahora mismo es preciso esperar a que culminen los trabajos de la nueva recomendación europea y, una vez que esté el campo delimitado, proceder a su discusión y eventual inclusión en la legislación española. Desde CC OO, sin embargo, Javier Torres teme nuevos retrasos derivados de "la obsesión por el déficit cero del Gobierno, que no quiere ni oír hablar de cambios en la caja de la Seguridad Social, además de que a la Administración le resulta menos gravoso que paguen las mutuas, especializadas en cuadrar cuentas con el menor gasto posible".

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