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COYUNTURA NACIONAL
Columna
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A vueltas con el déficit

Hace un par de domingos comentaba en esta columna que la economía española registraba signos de recuperación basados en una notable aceleración del gasto interno en consumo y formación bruta de capital. Ello suena bien, pero se topa con dos problemas: el primero es que el resto de las economías europeas, en su conjunto, están casi estancadas y el segundo, que, debido al continuado diferencial de inflación de precios y costes con dicha zona y a la apreciación del euro, nuestros productos son cada vez menos competitivos, todo lo cual se traduce en un crecimiento de nuestras exportaciones mucho menor que el de las importaciones. Es decir, la comentada aceleración de la demanda interna se escapa en su mayor parte hacia el exterior y aquí nos deja déficit e inflación. Si siguiéramos con la vieja peseta, esta situación no tardaría mucho en provocar presiones a la baja sobre la misma y elevaciones de los tipos de interés, las cuales acabarían frenando el exceso de gasto y recomponiendo los desequilibrios, a costa, claro está, de provocar una recesión. Pero con el euro nada de esto sucede, y podemos seguir gastando y endeudándonos alegremente... ¿hasta cuándo?

La aceleración de la demanda interna se escapa en gran parte hacia el exterior y nos deja déficit e inflación

Si a alguien le parece agorero este diagnóstico (los economistas siempre aguando la fiesta), le invito a que eche un vistazo a la balanza de pagos del primer trimestre del año publicada por el Banco de España esta semana, cuyos datos más significativos y su comparación con los del mismo periodo del año anterior se ofrecen en los gráficos adjuntos. El déficit comercial se ha elevado a casi 8.000 millones de euros (el 4,4% del PIB del primer trimestre), con un crecimiento del 28%. En otras ocasiones, este aumento era compensado por los mayores ingresos netos por turismo, pero ahora éstos se han estancado, reflejando la débil coyuntura por la que atraviesa este sector. También aumenta fuertemente el déficit de rentas de inversión, pues el creciente endeudamiento acumulado genera más pagos de intereses. Todo ello ha hecho que el déficit por cuenta corriente, que, como los lectores saben, equivale a la diferencia entre el ahorro del periodo y la inversión en capital fijo (maquinaria, viviendas...), se haya más que duplicado, superando el 3% del PIB. Menos mal que los alemanes, entre otros, nos financian gratis (transferencias de capital) un tercio de este déficit.

La cuenta de las operaciones financieras nos deja, sin embargo, un poco más tranquilos, aunque sólo temporalmente. Y es que nuestra necesidad de financiación se cubre de sobras mediante el saldo de inversiones directas, que no suponen deuda exigible. Pero esto puede ser temporal, ya que obedece a que las inversiones directas de España en el exterior se han reducido en este periodo a prácticamente cero. Cuando mejore la coyuntura internacional, especialmente en los países de América Latina, estas inversiones volverán a recuperarse, sumando al déficit por cuenta corriente más necesidades de endeudamiento.

En definitiva, los españoles no generamos suficiente ahorro para financiar nuestra inversión en capital fijo y nos endeudamos. Eso no es malo en principio, siempre y cuando esa inversión genere rentas suficientes en el futuro. Pero, ¿creen ustedes que la compra de viviendas de segunda residencia generará esas rentas?

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (Funcas)

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