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Columna
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Riesgos

La iniciativa que Manuel Pimentel ha presentado en sociedad como "nuevo compromiso social para Andalucía", dirigida a crear un foro de debate en la comunidad, tiene como finalidad última la creación de un nuevo partido político. Así parece desprenderse de algunas manifestaciones. No es, pues, una idea dirigida a profundizar en la vida pública, aunque por el camino el debate pueda hacerse. Es una idea dirigida a gobernar.

Si es así, pudiera no comprenderse muy bien. La razón es que nos movemos en un sistema político claro, cono un sistema de partidos que responden a ideologías ya precisas. Los dos grandes grupos, que aglutinan lo que se conoce como izquierda y derecha, y los demás que entran en perfiles más definidos, pero con un seguimiento menor. En este sistema, cualquier opción política tiene cabida. Más aun si corresponde a lo que se ha dado en llamar "centro". Tal vez por esta razón y algunas más pueda pensarse que el lanzamiento de esta iniciativa no cumpla con la finalidad que se le ha querido dar, si lo que se pretende es gobernar. Su mapa genético es el mismo que el de la derecha. La presencia, desde siempre, de Manuel Pimentel con el PP, su identificación con Javier Arenas y su apoyo a actos políticos recientes, como al GIAL en Almería y a Enrique Bellido en Córdoba, pueden avalar esta afirmación.

De ahí que la iniciativa, y el foro que se anuncia, si bien podrían ayudar a regenerar alguna vida política, al estar encaminadas al hecho mismo de gobernar con el PP, pero sin el PP, puedan dejar de servir a su fin y, en cambio, valgan para cobijar a los descontentos del PP. También a que algunos nostálgicos quieran volver al poder, aprovechando la palabra mágica "centro". Algo, esto último, que no es muy difícil en estos tiempos, a la vista de cómo se han desarrollado algunos pactos y determinadas actitudes personales.

En cualquier caso, esta iniciativa, que todavía es un melón sin catar, no desmerece las actitudes de un Manuel Pimentel que en un momento determinado supo colocar los valores de la sociedad por encima de los intereses de su partido. Un valor, con todo lo que significó, que podría perderse.

Claro que este es el riesgo que se corre cuando las actitudes personales se utilizan para construir opciones políticas y de gobierno.

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