Matar es barato
El Estado. ¿Qué demonios es el Estado? ¿Una oficina recaudadora? ¿Una fábrica de banderas? ¿Una metáfora? ¿Un ministerio gigante? ¿El enemigo? ¿Un búnker? El Rey es el jefe del Estado, pero no parece que cuente mucho, por ejemplo, a la hora de apoyar una guerra en Irak, reconquistar al alba el islote de Perejil, darle la espalda al Sáhara o estrellarse, una vez más otra vez, contra el peñón de Gibraltar. De modo que, ¿quién manda en el Estado, dónde está, para qué sirve? Sabemos, aproximadamente, lo que es el Gobierno, pero ¿y el Estado?
Del Estado, lo único que sabemos es que no es responsable. Lo es a veces, pero no muchas, y sólo cuando le interesa. Ahora mismo, por ejemplo, el Estado no es responsable, según los jueces del Tribunal Supremo, del crimen espantoso que le costó la vida a la joven Mar Herrero, aquella mujer asesinada en Madrid por un miserable al que había denunciado decenas de veces a causa de sus continuas amenazas y agresiones. Le dio lo mismo, porque la juez de Alcobendas a la que acudía, aterrada, cada poco tiempo, no atendió muchas de sus denuncias y, al parecer, en algunas ocasiones se negó, incluso, a recibirla, o de algún modo la acusó de paranoica, de cobarde, de exagerada, no sé cuál sería la palabra que dijo la juez María del Carmen Iglesias, pero sí que puedo imaginar el miedo de la víctima, su soledad angustiosa, sus nervios rotos por la certeza de que el cuchillo del desalmado, maldito sea, se acercaba cada día un poco más a su corazón.
El desalmado tenía que estar en la cárcel, pero estaba en libertad condicional. Había intentado asesinar a otra mujer cuatro años antes y le habían condenado a once de prisión, pero daba lo mismo: la escoria también tiene sus derechos, dice la Ley. Y la escoria, al final, cumplió su palabra: Mar Herrero fue raptada, torturada y asesinada y la juez Iglesias pagó su "actuación más o menos negligente", como la califica el Tribunal Supremo, con una multa de mil doscientos euros. Mil doscientos euros. Un suplicio y dos puñaladas. Éso es lo que se llama Justicia.
El Estado no es responsable de la ineptitud más o menos, de la canallada más o menos, cómo llamarlo, el error de su juez, más o menos; de manera que los familiares de Mar no tienen derecho a recibir una indemnización. Así son las cosas. Tienen derecho a pagar sus impuestos, pero no a recibir una indemnización, porque el Estado no es responsable. Mil doscientos euros, eso es lo que vale un crimen. Qué difícil es poner al pánico y el dolor de Mar Herrero al lado de las frases de la sentencia, tan frías, esas frases que dicen "habría que debatir y precisar la influencia y causalidad entre la actuación de la magistrada de Alcobendas, en particular su intervención profesional y decisiones judiciales adoptadas", así como "el grado de control que es pertinente ejercer sobre una persona que se halla en libertad condicional".
O sea, que la cosa no está tan clara, habrá que darle vueltas, cómo saber hasta qué punto es culpable uno de su estupidez o su desvergüenza, más o menos, Qué asco, más o menos.
El número de mujeres asesinadas en nuestro país crece como una fúnebre espuma roja. El número de crímenes en general, también crece. En Madrid, se van apilando los cadáveres, pero los políticos del PP, que es el Gobierno, que es el Estado, dejémonos de ponerle máscaras a las cosas, lo niegan: qué va, en absoluto, Madrid es más segura que Londres, Moscú o París, es cierto que manejamos algunas cifras preocupantes, pero la culpa es de la inmigración, de las mafias extranjeras, denos su voto otra vez y el problema estará resuelto en dos semanas.
A lo mejor es que una mujer asesinada, como Mar Herrero, no les preocupa mucho. Les preocupa más ETA, claro, que en realidad no mata ni al diez por ciento de las personas que matan los terroristas domésticos. Quizá les preocupa más porque les proporciona más ventajas políticas. ETA es una cuestión de Estado y Mar Herrero es un drama municipal. La muerte se puede vender cara o comprar barata. 1200 euros para la juez y cero para el Estado. Una auténtica ganga, más o menos. El Estado, no es responsable.
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