El paseo del Moll de la Fusta inicia su segunda reforma en 15 años
La 'gamba' de Mariscal se colocará de nuevo tras restaurarla
A menos de un año vista del inicio del Fòrum, el Moll de la Fusta ha iniciado su segunda reforma en 15 años. La primera, de éxito efímero, la acometió prácticamente en puertas de otro gran acontencimiento, los JJ OO. Ahora, se quiere que el paseo sea básicamente eso, un paseo. Con ese fin transformará las entradas del aparcamiento, creará espacios sombreados y construirá un restaurante. Sobre él, volverá a reposar la gamba de Mariscal.
Las obras empezaron el martes pasado y ya se han derruido parte de los cinco edificios que se levantaron a finales de la década de 1980. La gamba diseñada por Mariscal se restaurará y será colocada de nuevo sobre el único edificio que tendrá el futuro paseo en el lado más próximo a Correos. Será un restaurante bar con dos plantas. En el otro extremo, junto a Colón, se construirá el otro edificio que se destinará a usos informativos relacionados con el Puerto de Barcelona y el Museo Marítimo.
Las obras tienen un coste de 4.187.000 euros que van a cargo del Puerto de Barcelona, propietario del suelo, del Ayuntamiento de Barcelona y de la Sociedad Municipal de Aparcamientos y Servicios (SMASSA). En principio, se estima que la reforma estará lista en febrero de 2004. Se trabajará sobre los 15.000 metros cuadrados de superficie del paseo y también se cambiarán los accesos del aparcamiento, un auténtico lío tanto para los conductores como para los peatones. Sobre todo en el lado de Correos.
El nuevo Moll de la Fusta tendrá menos obstáculos ya que se anularán los edificios centrales del paseo -que en su última etapa fueron after-hours-, también se suprimirán los bancos y las jardineras, y se reformarán las actuales salidas de humo del aparcamiento. La idea es liberar ese espacio, ya de por sí de difícil acceso, y transformarlo en una zona de paseo para lo que se han diseñado unas pérgolas que sombreen uno de las zonas más desérticas de Barcelona, precisamente por la imposibilidad de resguardarse del sol y por estar rodeado de vehículos.
Todo el Moll de la Fusta tendrá un nuevo pavimento, de tablones de madera de color natural. La conexión con el Moll de Bosch i Alzina -por encima de la Ronda del Litoral- no se modificará y se seguirán empleando las pasarelas actuales.
El Moll de la Fusta ha sido uno de los espacios ganados al mar en la etapa preolímpica que atravesó un periodo de esplendor -no demasiado largo- para ir deteriorándose progresivamente. Y lo que fueron restaurantes y terrazas bar de nivel medio alto degeneraron en after-hours que soliviantaron a los vecinos de la Barceloneta.
Con todo, la peor etapa de los locales se vivió cuando ya no tenían ninguna actividad y pasaron a convertirse en lugar de refugio de menores magrebíes. Los locales fueron tapiados en la primavera de 2001. Desde entonces, se han ido, literalmente, desintegrando.
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