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Columna
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Sin complejos

Sin complejos, repetían Aznar y los suyos cuando ganaron sus primeras elecciones, hay que gobernar sin complejos. ¿Pero dónde terminan los complejos y empieza la desvergüenza? ¡Ni siquiera se sienten obligados a engañarnos, a excusarse, a reconstruir en Irak un falso laboratorio de armas químicas para hacernos creer que no estaban mintiendo! ¿Qué se hizo del disimulo, de la vergüenza a que te pillen en un renuncio? Desde que Bush ganó fraudulentamente sus elecciones, la vida política de los Estados Unidos, la del mundo entero, se ha instalado en la desvergüenza. Desde la Casa Blanca hasta la Comunidad de Madrid. Desde Rumsfeld, que amenaza a Bruselas con retirar la sede de OTAN si no modifica sus leyes, hasta Juan Megino, primer teniente del alcalde del recién constituido Ayuntamiento de Almería.

Como ustedes saben, esta ciudad albergará en 2005 los Juegos Mediterráneos. Todo lo relacionado con este asunto depende del Comité Organizador de los Juegos Mediterráneos (COJMA), cuyo presidente ha sido hasta hoy el alcalde de Almería. No es que yo le dé mucha importancia a estas cosas del protocolo, pero tiene sentido que la presidencia de un comité que organiza un acontecimiento tan importante para la ciudad esté en manos de su alcalde, que representa a todos los almerienses.

En este asunto siempre ha habido unanimidad. Tras las elecciones municipales, en una de sus primeras declaraciones a los medios de comunicación, Juan Megino (el escindido político del PP que logró cinco concejales y que acaba de pactar con los populares una coalición de gobierno), declaró que la alcaldía de Almería y la presidencia del COJMA debían recaer en la misma persona. Por el bien de la ciudad. Claro, que sus cinco sentidos estaban entonces embriagados por los cinco concejales obtenidos; había perdido transitoriamente la cabeza, y acariciaba seriamente la posibilidad de ser alcalde, una idea parásita que lo mortifica desde que el PP lo relevó de su puesto como cabeza de lista. Pero no podía ser: de los tres partidos que obtuvieron más de un concejal, el suyo fue el menos votado.

Tras diez días de negociaciones en los que Megino repitió mucho el sintagma preposicional "por el bien de la ciudad", nuestro hombre llegó el jueves pasado a un acuerdo con Rodríguez-Comendador, el candidato del PP. En vista de que ser alcalde con tan pocos votos quedaba feo, Megino se ha quedado con la primera tenencia de alcaldía, con las concejalías de urbanismo, mantenimiento, asuntos sociales, participación ciudadana, desarrollo económico y -oh, sorpresa- con la presidencia del COJMA, ese puesto que según él no debía recaer en otras manos que no fuesen las del alcalde. Siempre y cuando el alcalde fuera él, se entiende. Lo que no podemos pedirle a alguien que ha estado pasteleando con la alcaldía (dos años para ti, dos años para mí) es que renuncie a cortar la cinta de la inauguración oficial de los Juegos Mediterráneos, por mucho que eso redunde en el bien de la ciudad. Ahora se comerá con naturalidad sus palabras y modificará los estatutos del COJMA para satisfacer su ambición personal. Sin complejos.

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