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Columna
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Oeste

Digamos que estoy perplejo. Y, si el cordobés Maimónides hablaba de perplejos para referirse a los confundidos o perdidos porque la filosofía los llevaba a dudar de su fe religiosa, yo me quedo perplejo porque la diferencia entre palabras preelectorales y realidad poselectoral me obliga a dudar de mi participación en las próximas elecciones. Pienso en Estepona, municipio del oeste de Málaga. El PSOE de Estepona se había declarado incompatible con antiguos concejales del GIL. Lo mismo había hecho IU. Y lo mismo el PP, antes de absorber en octubre de 2001 a antiguos concejales del GIL para arrebatarle la alcaldía al PSOE. Ahora el PSOE e IU se alían con antiguos concejales del GIL para que sea alcalde de Estepona el socialista Antonio Barrientos.

El estupor aumenta cuando uno sabe que hasta ayer mismo los miembros del PES (Partido Estepona, del abogado madrileño Ignacio Crespo, antiguo concejal del GIL y candidato de ese partido a la presidencia de la Junta de Andalucía) eran considerados delincuentes por el PSOE, su socio actual, que los entregó a los tribunales por delito urbanístico mientras el Tribunal de Cuentas informaba de que habían recibido de los fondos públicos dinero no justificado. ¿Retirará el PSOE sus denuncias? ¿Se equivocó? ¿Actuaba de mala fe? ¿Ha visto la luz y se une a las fuerzas del mal? Aunque el PSOE declara que el filón urbanístico quedará lejos de la mano del socio sospechoso, el PES cogestionará el urbanismo y se ocupará de la Hacienda municipal, las playas, el turismo y la policía, es decir, del Ayuntamiento.

El único concejal de IU, Antonio Murcia, se ha vuelto múltiple gracias al pacto: será segundo teniente de alcalde, correpresentante del Ayuntamiento en la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol y co-cogestinador del urbanismo (el urbanismo es la fiebre del oro de las californias locales). IU dice que el escenario no le permite cumplir la promesa electoral de no gobernar con el PES. ¿No había previsto el posible escenario poselectoral? Algo debía intuir cuando se comprometió precisamente a no pactar con el PES. Ya ha pactado. Los electores esperamos que los elegidos respeten lo defendido en campaña. Sé que la esperanza sólo es una especie de creencia, de aspiración, de fe, digámoslo así. Pero uno vota para que su voto se convierta en acción política, como diría un clásico contemporáneo, y, puesto que parece no haber forma humana de adivinar qué uso se hará de mi voto, quizá sea el momento de dejar de votar.

Comparto lo que el otro día escribió Javier Pérez Royo en esta página, su elogio de los pactos políticos. Pero los pactos han de ser claros, de acuerdo con los discursos preelectorales y electorales. Los dos tristes diputados de Madrid que, pretextando el pacto PSOE-IU, han traicionado a su partido, asumieron durante toda la campaña ese pacto que ahora les resulta intolerable. ¿Son un caso de doblez o de amnesia? En Estepona, con muchos menos habitantes y dinero por medio, dos partidos en bloque, PSOE e IU, han olvidado su palabra ante los electores. (El PP, hoy mentalmente hegemónico, inició el juego en octubre de 2001.)

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