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Cuba | CRÓNICA INTERNACIONAL
Columna
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Primera piedra de transición

CUBA, LA reconciliación nacional plantea el espinoso tema de los derechos humanos en un proceso de transición a la democracia, aunque en el caso cubano su inicio dependerá de la parada del reloj biológico de Fidel Castro. Más allá del eufemismo cronológico, que en modo alguno oculta el carácter dictatorial y despótico del régimen cubano, se vuelve a poner sobre la mesa un tema planteado de forma recurrente tras la caída de las dictaduras. La cuestión afecta tanto a los países en los que se constituyeron Comisiones de la Verdad (Argentina, Chile, Guatemala o África del Sur, entre otros) como a los que no lo hicieron (España o Europa del Este).

Pese a la especificidad de la transición cubana, en la Cuba de Castro se volverá a plantear una ecuación de difícil, por no decir imposible, solución entre el legítimo derecho de las víctimas y sus familiares de exigir justicia y el también legítimo derecho de la sociedad de pasar página y "olvidar", en la medida que el olvido sea posible en procesos sociales tan complicados como éstos. En estos momentos, y especialmente tras el caso Pinochet, los factores internos, e inclusive los acuerdos políticos entre distintos actores nacionales, pueden ser sobrepasados por el creciente protagonismo de la justicia internacional.

Mientras la historia oficial la escribe el régimen, suelen ser los perdedores quienes reivindican la memoria

La relación entre memoria y olvido se

plantea como crucial en la transición cubana. Mientras la historia oficial fue escrita por el régimen, suelen ser los perdedores, que necesitan reescribir el pasado, quienes reivindican la memoria. Ahora bien, cómo se producirá ese proceso de recuperación de la memoria en el presente caso: ¿será una acción militante y excluyente de las víctimas, como el grupo argentino HIJOS que escracha (denuncia) a los responsables de torturas y desapariciones de la dictadura militar, o se planteará como una acción necesaria para el conjunto de la sociedad, capaz de restañar las profundas heridas de las últimas décadas?

Marifeli Pérez-Stable, Jorge Domínguez y Pedro Freyre, coordinadores del grupo de trabajo responsable de este libro, han dado un paso importante para construir la Cuba del futuro. Con gran rigurosidad académica plantean revisar las violaciones a los derechos humanos de la dictadura castrista, pero también los de la oposición violenta y los del Gobierno de Estados Unidos. Éste es un libro de una gran madurez (una sola vez se cita a Martí), prueba de que los tiempos están cambiando. Esto se ve en los esfuerzos de construir una oposición interna (como el Proyecto Varela), pero también en el exilio de Miami, el emblema tradicional del radicalismo anticastrista.

Para que la reconci

liación nacional sea un hecho es necesario un complicado proceso de múltiples reconciliaciones, comenzando por la que acerca a la Cuba de la isla con la del exilio y concluyendo con la que afecta a cada uno de los cubanos. Más allá de una aparente ingenuidad, necesaria para avanzar en semejante terreno minado, los méritos del libro son muchos, comenzando por el enriquecedor enfoque comparativo. También resulta de gran interés la valoración de la violencia en la historia política cubana, lo que explica, entre otras cuestiones, las pobres expectativas que izquierda y derecha ponían en la democracia. De todos modos, para que la reconciliación nacional avance verdaderamente en Cuba se necesitan más esfuerzos como éste, que de momento sólo es una gran y meritoria primera piedra.

Cuba, la reconciliación nacional. Grupo de Trabajo Memoria, Verdad y Justicia. Universidad Internacional de Florida, Miami, 2003. 118 páginas.

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