Blair pierde un aliado clave con la quinta dimisión de su Gobierno
El primer ministro remodela gran parte del Gabinete británico
Tony Blair perdió ayer a uno de sus más fieles aliados en el Gabinete con la renuncia de Alan Milburn, hasta ayer responsable de Sanidad, una las carteras más duras del Ejecutivo y de la que más puede depender que los laboristas logren una tercera mayoría absoluta consecutiva. Tras la renuncia de Milburn, el quinto ministro que deja el Gobierno tras la victoria electoral de junio de 2001, Blair dio paso a una amplia remodelación del Gobierno que se esperaba ya desde hace unos días.
El mayor atractivo de la reforma fue la creación de un nuevo Ministerio de Asuntos Constitucionales que con el tiempo hará desaparecer la figura histórica del lord chancellor, más antigua que la del primer ministro, y permitirá crear un Tribunal Supremo para acabar con el anacronismo de que tanto el legislativo (a través de la Cámara de los Lores cuando actúa de Tribunal Supremo) como el ejecutivo (a través del lord chancellor) actúan de jueces.
Lord Irvine deja su cargo de lord chancellor, que será asumido hasta su desaparición cuando acabe la reforma por lord Falconer, el nuevo responsable de Asuntos Constitucionales, donde se integran los ahora suprimidos ministerios de Escocia y de Gales. Blair ha apelado a la sangre para mitigar las protestas de estas dos regiones y ha encargado a un escocés (el ministro de Transportes, Alistair Darling) y un galés (Peter Hain) que representen a Escocia y Gales en el Gabinete.
Peter Hain, ministro para Gales y representante en la Convención Europea, es ahora el nuevo líder de la Cámara de los Comunes, un cargo de ministro para el Parlamento que le permitirá cultivar sus lazos con Downing Street, tratar a fondo a los parlamentarios laboristas y tener un altavoz en el lobby de la prensa. Mantiene así sus aspiraciones de promoción a medio plazo sin asumir el peligro de una cartera espinosa y potencialmente polémica como la que toma su antecesor, John Reid. Éste se ha convertido en un hombre para todo que en los últimos seis meses ha sido ministro para Irlanda del Norte, presidente del Partido Laborista, ministro para el Parlamento y ahora de Sanidad.
La crisis que preparaba Blair fue aprovechada el lunes por el hasta ahora responsable de Sanidad, Alan Milburn, para pedir su jubilación anticipada para dedicarse a su compañera y sus dos pequeños, que siempre han seguido viviendo en el norte de Inglaterra mientras él lleva seis años de ministro en Londres. "Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, este trabajo es demasiado duro si quieres tener una familia", dijo ayer. Su marcha ha sido una sorpresa por ser un hombre joven, con gran porvenir y de la absoluta confianza de Blair, con el que se alió para afrontar las reticencias del ministro del Tesoro a una reforma de la sanidad que busca introducir gestión privada en la sanidad pública.
Blair ha perdido en lo que va de legislatura a su gente de confianza en las tres reformas clave: Milburn (Sanidad), Estelle Morris (Educación) y Transportes (Stephen Byers). Byers, un europeísta competente y muy próximo a Blair, fue perseguido por la prensa de manera obsesiva, hasta que renunció. También han renunciado otros dos ministros menos fieles: Robin Cook y Claire Short, en desacuerdo por la invasión de Irak. En la anterior legislatura Blair vio marchar a otros ministros esenciales para él, como la populista Mo Mowlan o el eterno conspirador en la sombra y gran amigo, Peter Mandelson.
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