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VISTO / OÍDO
Columna
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La caída de Madrid

Zapatero entregaba Álava y le birlaban Madrid. Pronunció una de las frases típicas de la España vocal en alabanza de su propia "generosidad democrática". Un caballero. Las radios de los nacionales se deshacían en elogios a este enemigo; mientras, un par de diputados le precipitaban en una inmensa desgracia: a él menos que a los socialistas, a los socialistas menos que a los madrileños, votantes y manifestantes. Entregaban Madrid. Bueno, ya lo hizo Besteiro entonces. Oí alguien que habló de corrupción y soborno; otro, que era porque no les daban cargos y, finalmente, a uno de estos dos donjulianes que, en la SER, explicaba que era por librar a su partido de un daño peor: ¡aliarse con IU! Ah, bueno, es que eran fachas. Ni siquiera tontos: fachas. Ellos dicen que socialdemócratas: mientras niegan, como es natural, su compra por el PP. Durante dos semanas estuve creyendo que algo haría el PP para no perder la perla de su corona, la Comunidad; cuando creía que ya no, todo saltaba por los aires. Aznar había advertido que con IU no se pacta, y estos dos diputados conscientes lo siguieron: con IU no pactan. ¡Socialistas y comunistas unidos! ¡El Frente Popular! ¡Vuelven los rojos! Alguien dentro de ese partido tenía que oír ese mensaje desesperado de la España eterna, y serían Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez. Desde su tumba, Franco se habrá estremecido de entusiasmo. Vibra también esa España de los antiguos siglos en Álava: otro socialista, Zapatero, alza su generosidad democrática y se alía con el PP. Tipos como yo, que no aceptan que la verdad sea subversiva, dicen que el verdadero enemigo de la democracia española es Aznar, y que lo es personalmente del Zapatero socialista, y lo será siempre del partido que todavía no se atreve a quitar de su nombre las palabras "socialista" y "obrero". Como lo fue de Felipe González, pese a la derechización que hizo de su partido, bajó el puño, silenció La Internacional y hasta borró viejos nombres; aun así, ojalá pudiese volver, pero Aznar lo dejó inútil: su venganza es como la sombra del ciprés. El temperamento de la gran derecha española. Zapatero quiere que su última fuerza esté en la izquierda. Y en su partido están éstos que van más allá que él y lo entregan. Hijos de Besteiro.

("Donjulianes: se dice por el conde don Julián, que entregó Ceuta a los moros por fastidiar a don Rodrigo, que quería cepillarse a su hija, la Cava).

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