La policía desaloja en Lavapiés el centro 'okupa' más conocido de la capital
Los jóvenes expulsados tomaron horas después otro edificio en la calle de Ministriles
Estaba cantado. Desde hacía ya dos meses, los okupas del Centro Social Laboratorio III, en el barrio de Lavapiés, sabían que su desalojo era inminente. Un centenar de antidisturbios entró en el edificio ayer a las 8.00 y sacó a los 20 jóvenes que se hallaban dentro. Seis de ellos fueron llevados a la comisaría para ser identificados. Los okupas, que no presentaron resistencia, anunciaron que pronto ocuparían otro inmueble. Doce horas después se metieron en una casa vacía de la calle de Ministriles, a escasos metros del edificio recién desalojado, y fundaron allí el Laboratorio IV.
El teléfono móvil de uno de los okupas sonó ayer a las 7.10.
"Hay varias furgonas de los antidisturbios en la ronda de Atocha", alertó un vecino de la zona que llevaba horas trabajando por el barrio. Pero ya estaban prevenidos. Desde que el juez dictó la orden de desalojo, en el mes de abril, los okupas se turnaron para hacer guardia y evitar así que la policía les pillara de sorpresa.
En menos de una hora, algunos de los 150 agentes antidisturbios desplegados por la Delegación de Gobierno empezaron a derribar las puertas del 103 de la calle del Amparo. Se iniciaba así el desalojo.
Los agentes llegaron hasta la azotea del edificio, donde les esperaba una veintena de okupas. "Nos hemos hecho un poco los remolones", bromeó ayer Antonio, uno de los okupas, "nos han puesto en fila y nos hemos puesto a silbar el himno del PP, pero en ningún momento nos hemos enfrentado a la policía". Bajo esa consigna de no ofrecer resistencia, los jóvenes fueron llevados a la cafetería de la planta baja del edificio, donde fueron cacheados y se les pidió la documentación. Según la policía, seis de ellos carecían de documentación, por lo que fueron trasladados a la comisaría de Leganitos para ser identificados. Uno de los retenidos negó estos hechos: "No es que no tuviéramos DNI, es que lo teníamos en otra planta del edificio y no nos han dejado ir a por él. Por eso nos han llevado a comisaría".
Después del desalojo y tras un tira y afloja con los agentes, los okupas fueron autorizados a recoger todas sus cosas; una larga lista de objetos que describen las actividades que se han realizado en el centro durante este último año: cuadros, timbales, ordenadores, refrescos y botellas de alcohol.
A partir de ahí, la calle del Amparo se tornó una fiesta: música étnica, pitidos, confetis y los lemas ya conocidos ("El Laboratorio se queda en Lavapiés" y "Un desalojo, otra okupación"). Contagiados por el ritmo de los okupas, algunos vecinos convirtieron sus cacerolas en improvisados timbales y apoyaron la idea de un centro social en el barrio. "Es muy triste que esto se acabe", se quejó un anciano, "es una buena cosa que los chavales tengan su sitio para hacer lo que les dé la gana en un lugar que nadie va a utilizar".
Pero no es eso lo que opinan todos. Felipe Samarán, uno de los dueños del edificio okupado, que siempre han negado que éste estuviese abandonado desde el cierre de la imprenta, en 1982, reclamó ayer que la justicia actúe con mayor celeridad en estos casos. "Los okupas saben que cada vez que entran a un edificio se tarda de uno a dos años en echarles sin que haya ninguna consecuencia legal. El desalojo forzoso tenía que haberse ejecutado al día siguiente de la okupación, no un año y cuatro meses después", asegura este arquitecto. Samarán explicó que el inmueble será derribado y en su lugar se levantarán 47 pisos de alquiler.
La Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) condenó el desalojo "en tanto que representa una medida represiva que no tiene en cuenta la labor de dinamización sociocultural que este centro ha llevado a cabo en el barrio de Lavapiés". También la portavoz de IU en el Ayuntamiento, Inés Sabanés, criticó la expulsión de los okupas: "Es sorprendente y lamentable que este hecho se produzca a 24 horas de la constitución de la Asamblea de Madrid y a pocos días de que se constituya el nuevo Ayuntamiento".
Doce horas después de que la policía desalojase el Laboratorio III, varios centenares de personas entraron en una antigua sede del PSOE, en la calle de Ministriles, hoy propiedad de una inmobiliaria. El edificio, rebautizado como Laboratorio IV, tiene dos plantas de unos 200 metros cuadrados cada una y una gran terraza.
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