Emotivos madrigales
Con lleno absoluto, el grupo vocal La Venexiana, que dirige Claudio Cavina, dedicó íntegramente su programa de Aranjuez al arte del madrigal italiano. Claudio Monteverdi, por encima de todos, pero también Carlo Gesualdo da Venosa, Luca Marenzio y el precursor Luzzasco Luzzaschi. Una hermosura de principio a fin, aunque reclaman la atención algunos detalles.
Lo que más saltó a la vista, y sobre todo al oído, es que la segunda parte del concierto fue mucho más conmovedora que la primera, sin variar los compositores. La diferencia venía de una cuestión nimia, o quizás no. En la primera parte cantaron sentados; en la segunda, de pie. El portavoz del grupo lo justificó como un deseo de ver mejor al público. No era el único motivo. La capacidad de absorción de las alfombras de la Capilla, unida a la de los propios asistentes, debilitaba el tiempo de reverberación idóneo si los músicos no emitían algo más despegados del suelo. La voz del bajo salió también reforzada con el cambio. Todo mejoró: el empaste polifónico, las osadas armonías, la sensación de flotación.
La Venexiana
Madrigales de Monteverdi, Gesualdo, Marenzio y Luzzaschi. X Edición de Música Antigua Aranjuez. Capilla del Palacio Real, 7 de junio.
En Occhi un tempo mia vita, del tercer libro de madrigales de Monteverdi, sobre un texto de Guarini, se alcanzó seguramente el momento de mayor perfección desde el punto de vista del canto. Otra cuestión es el color. En el disco de Glossa hay, en este mismo madrigal, una soprano más y un tenor menos. Suena de otra manera, con otro equilibrio o, más bien, con otro encanto. La Venexiana se presentó en Aranjuez con cinco cantantes, los cuatro habituales masculinos y una sola mujer. La personalidad de Valentina Coladonato es arrolladora, pero se echa de menos a las otras sopranos y a la mezzosoprano, aunque la sustancia de los madrigales permanece íntegramente.
Cuestiones menores, en todo caso, ante la belleza deslumbrante de un grupo que le ha cogido el pulso a la música italiana de finales del XVI y comienzos del XVII. Cavina insistió en la contemporaneidad de Gesualdo da Venosa.
Babelia
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