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Reportaje:REPORTAJE

Los exiliados de Chávez

Nuestro problema es muy grande y muy gordo" , dice Rosaura Hidalgo con su cantaíto caribeño. Esta bailarina venezolana de danza contemporánea, que se instaló hace dos años y medio en Madrid ante la crisis de su país, se toma unos segundos para reflexionar sobre el futuro de Venezuela, como si no esperara una pregunta hoy obligada para cualquiera de sus compatriotas. Después de la pausa llega a la conclusión: "Es como si el pueblo desesperado se hubiera tirado a una piscina [eligiendo al presidente Chávez] y no nadara ni pa' lante ni pa' trás".

La intentona de golpe contra Chávez en abril de 2002 y el paro petrolero de principios de este año han desencadenado un fenómeno de emigración preventiva que tiene como destino principal a España, después de Estados Unidos. Aunque la Embajada de Venezuela en Madrid rechaza de plano el término éxodo, reconoce que el número de venezolanos inscritos en los cinco consulados en España ha aumentado de unos 17.000 en 2001 a 28.750 en marzo de este año. Algunas ONG hacen cuentas de 30.000 y aseguran que se trata de una primera capa que está abonando el terreno para recibir a un flujo mayor.

Las ONG manejan cifras de 30.000 venezolanos en España y aseguran que se trata de una primera capa que abona el terreno para recibir a un flujo mayor
Un 80% de la colonia está en contra de Chávez, mientras que una minoría lo apoya o, por lo menos, defiende un cambio de modelo en Venezuela

El petro-estado que acogió a los exiliados de la II Guerra Mundial, a los perseguidos del franquismo y a los pobres de los países andinos y del Caribe, ahora exporta a España estudiantes de posgrado, artistas, profesionales calificados y empresarios, la mayoría de clase media y media-alta y con edades entre los 25 y los 45 años, según un perfil elaborado por la Asociación de Venezolanos en Madrid (Asovema). Cerca de un 50% de esta población reside en Canarias, mientras que el otro gran porcentaje se divide entre Madrid y Barcelona.

La embajada venezolana sostiene que muchos de los empadronamientos de los últimos meses corresponden a emigrantes que han adquirido la nacionalidad española, una posibilidad contemplada en la Constitución venezolana de 1999 y en la reforma del Código Civil español del pasado enero, que permite a todos los venezolanos "cuyo padre o madre o abuelo hubiera sido originariamente español optar por la ciudadanía".

"Hay dos grandes segmentos: el de los universitarios, que aprovechan su estancia para quedarse ante el desempleo en Venezuela, y el de los empresarios, que han tenido que cerrar sus negocios por la crisis económica y las medidas del Gobierno. Estas personas no ven perspectivas de mejoría de la situación del país a corto plazo, pero esperan que el panorama se aclare para volver", explica Zindy Valiente, directora de Asovema y quien fuera hasta hace poco corresponsal del diario El Nacional.

Negocios y franquicias

Héctor Mezones es de esos venezolanos cincuentones que entre charla y charla te pueden vender un hotel. En dos años y medio que lleva en Madrid ha montado La Alhambra, un restaurante en la calle de Alcalá en el que el sabor venezolano lo pone su mujer, Lolita, una española de Ponferrada que vivió 40 años en Venezuela. "Yo tenía una mina de oro en Guayana, con 250 empleados, en la que llegamos a sacar hasta 1.300 kilos de oro. Pero Chávez ordenó revisar las concesiones, un proceso muy largo que ha paralizado las explotaciones", asegura Mezones, quien sólo espera los primeros signos de recuperación de su país para volver. "No iba a quedarme viendo cómo nos vamos a pique en una sociedad donde el proletariado se conforma con tener el pan, pero no se da cuenta de que vive en una involución educativa y cultural de 40 años".

Como él, cientos de venezolanos han montado pequeñas y medianas empresas en España, mientras esperan a que pase la turbulencia. También han aterrizado inversionistas y empresarios con franquicias como Churromanía, una compañía que busca competir en el mercado español con un producto castizo. "Por primera vez en 40 años, nuestra clase media, que ha sido el motor de la construcción del país, se siente amenazada por el Gobierno actual y prefiere irse", afirma el escritor venezolano y ex asesor de la Contraloría de la República Joaquín Marto Sosa, quien tiene su residencia en Barcelona desde hace dos años. Esta situación, según él, ha generado un inmigrante distinto al de otros países latinoamericanosen los que el grueso de las personas que emigran tienen poca formación y escasos recursos.

La pregunta es: ¿por qué no emigran los pobres en un país con más de dos millones de parados, donde el consumo ha caído un 40%, el 15% de las empresas locales han quebrado y la devaluación del bolívar sigue afectando el ingreso real de los trabajadores? Según Marto Sosa, la respuesta está en la poca tradición emigrante del venezolano, la falta de recursos y el hecho de que gran parte de la población humilde se siente representada en el populismo de Chávez y espera una mejoría.

"Se van los que tienen miedo de perder un estatus privilegiado del que han gozado durante décadas", discrepa Gaspar Sortis, un artista plástico de 33 años que salió de Venezuela ante el poco futuro de su oficio, y que milita en los Círculos Bolivarianos de Madrid, una organización abiertamente chavista: "Muchas cosas que antes eran inamovibles, como la corrupción, se están moviendo hoy en Venezuela, y eso asusta a algunos, que prefieren refugiarse en sus casas de Miami, Italia o España".

Para Isabel Navarro, una caraqueña que vive en Madrid desde hace dos años y medio, el exilio no es un privilegio. Aunque tiene la ventaja de la doble nacionalidad, lo que le ha permitido optar por un buen trabajo, esta ingeniera de producción se siente "atrapada en España". "He aplazado varias veces el proyecto de volver; ahora prefiero no fijarme una fecha".

La polarización fuera

"Aún en España, cuesta estar en una reunión en la que haya muchos venezolanos y se toque el tema político; siempre hay tensión", asegura Beatriz Salvatierra, diseñadora de 31 años, quien vive en Barcelona desde hace tres, cuando llegó como damnificada de las inundaciones de La Guaira, a finales de 1999. La polarización de la colonia es total, entre una mayoría que apoya a la oposición -se estima que un 80% son detractores del Gobierno- y una minoría que defiende a Chávez o, por lo menos, la idea de un cambio de modelo en Venezuela.

"Si te encuentras con un paisano que no conoces, lo más común es que te empiece a tantear haciéndote un comentario negativo de Chávez y, según lo que respondas, te pone la etiqueta", explica Natalie Rodríguez, una estudiante de posgrado de la Universidad Autónoma de Barcelona que lleva cuatro años en España, y quien no oculta la simpatía por su presidente: "El problema no es Chávez, sino un clasismo encubierto por años y que ahora ha explotado".

Actualmente hay una docena de organizaciones en toda España que agrupan las distintas posiciones; desde los Círculos Bolivarianos, las plataformas bolivarianas y los grupos de solidaridad con Venezuela (abiertamente chavistas), hasta las plataformas democráticas y asociaciones de apoyo a la oposición que han protagonizado cacerolazos contra el Gobierno en distintas ciudades. Incluso algunas ONG, que en sus orígenes eran apolíticas, han ido tiñéndose de consignas. Es el caso del Colectivo Cayapa, una organización de Cataluña que nació para apoyar a las víctimas de las inundaciones de 1999 y ahora agrupa a los defensores del sueño bolivariano.

Rosaura Hidalgo, bailarina; Héctor Mezones, minero; Zindy Valiente, periodista, e Isabel Navarro, ingeniera de producción, en la Puerta de Alcalá, en Madrid.
Rosaura Hidalgo, bailarina; Héctor Mezones, minero; Zindy Valiente, periodista, e Isabel Navarro, ingeniera de producción, en la Puerta de Alcalá, en Madrid.LUIS MAGÁN

Regresan los hijos pródigos

EL DESTINO HISTÓRICO de los emigrantes venezolanos ha sido el sur de la Florida, donde se calcula que ya hay unos 100.000, pero en los últimos años España se ha convertido en un escape atractivo, principalmente por la posibilidad de obtener la nacionalidad y por los vínculos entre los españoles que llegaron al país sudamericano hace varias décadas y que ahora están regresando.

Es el caso de Eduardo Vidal, un empresario gallego que vivió casi 40 años en Venezuela y que no aguantó más las tensiones. "Nos fuimos durante la dictadura, cuando yo tenía 12 años, porque mi padre, que trabajaba en un astillero, era medio rojo. No me puedo quejar, porque me fue bien en Venezuela, pero la cosa se puso insostenible".

Vidal asegura que muchos de los españoles afincados en Venezuela tienen deseos de volver, pero los frena el hecho de dejar todos sus negocios. "Una cosa es hablar de bolívares y otra de euros; el que regrese sabe que si allí tiene algo, aquí no le alcanzaría ni para volver a empezar".

Durante los primeros días de la huelga general del pasado enero, cerca de 3.000 personas hacían fila en el consulado español en Caracas para adquirir o recuperar su nacionalidad y se calcula que unas 200.000 cumplen los requisitos.

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