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TENIS | Ronald Garros, semifinales masculinas

Coria resurge tras su sanción por dopaje en 2001

El nombre de Guillermo Coria apareció en los teletipos de todo el mundo, cuando dio positivo por nandrolona en un control antidopaje. Aquello ocurrió a finales de 2001, cuando la carrera del argentino Guillermo Coria comenzaba ya a emerger. Tenía 19 años y había escalado hasta los 50 primeros de la clasificación mundial. Pero, aunque luego se confirmó que el doping había sido consecuencia de tomar un suplemente energético contaminado, la ATP le obligó a cumplir la sanción de seis meses. Aquello fue un palo. Su ránking cayó más abajo del 100º y cuando regresó al circuito tuvo que plantearse empezar de nuevo. Pero esta etapa en la sombra le sirvió también para fortalecer su físico y su mente. "Cuando estaba parado", declaró recientemente a la agencia DPA, "no veía el momento de volver a jugar. Pero sabía que volvería a ascender en la clasificación, porque me sentía fuerte y decidí que nunca más iba a regalar un partido: si alguien quería ganarme debería hacerlo 10 veces".

Coria ha vuelto este año a las portadas de los medios de comunicación pero por motivos puramente deportivos. Hace sólo unos días ganó el torneo de Hamburgo, donde cuatro argentinos disputaron las semifinales, y hoy se enfrentará al sorprendente holandés Martin Verkerk en semifinales. Es la primera vez que un argentino llega a esta ronda en París desde Squillari en 2000. Antes, sólo Guillermo Vilas y José Luis Clerc lo habían logrado. El primero ganó el torneo en 1977.

La notoriedad de Coria le llega esta vez porque en cuartos de final eliminó a Agassi y rompió en mil pedazos su aspiración de cuadrar un Grand Slam -ganar los cuatro grandes el mismo año- antes de concluir su carrera. Agassi fue el espejo de Coria cuando éste era un niño y el americano ganaba su primer gran título en Wimbledon (1992). Entonces tenía 10 años y su padre, Óscar, ya le había dado una raqueta en su ciudad de Venado Tuerto.

Un mago

A los 13 años su evolución había sido tan importante, que su padre decidió inscribirle en la escuela de Nick Bolletieri en Estados Unidos. Después, su progresión pasó a ser geométrica: campeón de la Orange Bowl, semifinalista junior en Wimbledon y campeón junior de Roland Garros. En Argentina le conocen como El mago, tanto por su habilidad con la raqueta como por su aspecto de ilusionista. Hoy está en la séptima posición mundial y sus compañeros no le quieren en el equipo de Copa Davis que en septiembre debe enfrentarse a España en Málaga. Pero ahí estará. Porque ahora mismo, Coria es el jugador con mayor potencial de su país. Y hoy tendrá ocasión de demostrarlo ante otro novato, el holandés Martin Verkerk, que no se tomó el tenis en serio hasta el año pasado. "Antes viví la vida", confiesa.

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