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Columna
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La ciudad ideal

No creo que la Bienal que el señor Settembrini ha organizado en Valencia vaya a llevarnos a ninguna parte. Entiéndaseme bien: sin duda tendrá unos espectáculos admirables y los medios de comunicación hablarán elogiosamente de ella que es, a fin de cuentas, de lo que se trata; sin embargo, no confío que sirva para encontrar la ciudad ideal, que es el objetivo propuesto por los organizadores. El arte excita la imaginación y nos ayuda a descubrir universos insospechados y apasionantes, pero es de un carácter poco práctico. Planear una bienal de arte para investigar el futuro de nuestras ciudades es como ponernos a buscar la ínsula Barataria: corremos el riesgo de armar mucho alboroto para llegar a ningún lado. La Ciudad Ideal es una quimera, un mito. Podríamos pasarnos horas enteras hablando de ella, teorizando sobre ella, pero cuanto tenemos, esa es la verdad, son ciudades ruidosas, incómodas, feas, violentas. Y esto, por mucho que se lo proponga, no podrá remediarlo nunca una bienal.

Además, a esta Bienal de Valencia le encuentro un fallo que me lleva a desconfiar de sus intenciones. No se ha invitado a las personas correctas. Si lo que se pretendía era hablar de las ciudades, lo natural era invitar a quienes se ocupan de ellas y tienen poder de decisión en sus asuntos. Desde luego, estas personas no son los artistas ni, mucho menos, los arquitectos. Entiendo que se invite a Carles Santos, Sebastião Salgado, Bigas Luna o Peter Brooks, porque es conveniente que en estas ferias haya un poco de diversión y actúe gente prestigiosa. Pero si se quería hablar de la Ciudad Ideal lo adecuado era llamar a Enrique Ortiz, Luis Batalla o cualquier otro de los grandes constructores de la Comunidad Valenciana. ¿Puede discutirse sobre la Ciudad Ideal sin la presencia de Gimeno o de Luis Díaz Alperi? A mí, me resulta inconcebible. A fin de cuentas, la Ciudad Ideal será la que decidan estos señores y no la que puedan imaginar unas decenas de artistas, sin ningún poder real. ¿Conoce el señor Settembrini un ejemplo más extraordinario de land-art que el ejecutado por estos constructores en nuestro litoral? Ese sí que es un arte que transforma la sociedad.

Créame usted, señor Settembrini, para encontrar la Ciudad Ideal no es preciso montar costosas bienales, ni reunir una multitud de artistas de vanguardia. Con un poco de buena voluntad y sentido común de las autoridades, tendríamos ciudades donde nos moveríamos con mayor comodidad y seríamos un poco más felices. ¡Se asombraría usted de lo poco que precisamos los valencianos para creernos que vivimos en una ciudad ideal! Yo mismo, que no me considero en absoluto un artista, podría brindarle a usted cuatro o cinco ideas que contribuirían a ello, por si las quiere aprovechar. Y es que la ciudad ideal, más que imaginación y fantasía, lo que precisa es seguridad, justicia, empleo y respeto a los ciudadanos. Y esas cosas, por mucho que se esmeren usted y sus artistas, no las logrará nunca una bienal. Dejémonos de propaganda, don Luigi: usted sabe perfectamente que la Ciudad Ideal será la que quiera el mercado y dicte el capital. Dejemos al arte en su sitio.

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