Cincuenta años de leyenda
Con sólo tres dedos en la mano izquierda -perdió el anular y el meñique como consecuencia de las quemaduras que se produjo durante el incendio de su caravana-, y una vida de apenas 43 años, Django Reinhardt se convirtió en uno de los guitarristas más legendarios de la historia. Era manouche, gitano, y había nacido en un campamento nómada en Bélgica. En la película de Woody Allen Sweet and lowdown (Acordes y desacuerdos), el ficticio guitarrista de jazz de los años treinta Emmet Ray (Sean Penn) se jacta todo el tiempo de ser el segundo mejor del mundo, después de aquel cíngaro belga. Un Django Reinhardt al que se escucha en la banda sonora del largometraje y cuya música ya había utilizado Allen en Stardust memories (Recuerdos). Ahora, a los cincuenta años de su muerte, acaban de publicarse una lujosa caja de dos discos -Django Reinhardt, Crazy rhythm (Iris / Harmonia Mundi)-, en la que predominan clásicos del jazz grabados entre mayo de 1936 y septiembre de 1939, junto a músicos estadounidenses como el saxofonista Coleman Hawkins, y el compacto doble L'or de Django (Dreyfus Jazz / Nuevos Medios) que, con un sonido espectacular, abarca grabaciones que van desde 1936 hasta 1951, y recoge obras del guitarrista como Nuages, Djangology o Minor swing. En ambos casos, con la presencia, junto a Django, del violinista Stéphane Grappelli y el célebre Quinteto del Hot Club de Francia.
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