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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más que un error

Un error humano parece ser la causa, a falta de lo que determine la correspondiente investigación oficial, del terrible accidente ferroviario -una auténtica tragedia, con 16 viajeros fallecidos y 10 desaparecidos- que tuvo lugar en la noche del martes cerca de la estación de Chinchilla, en la vía férrea que une Madrid con Murcia y Cartagena. Tanto el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, como la dirección de Renfe se han apresurado a señalar esta causa como factor imprevisible de la tragedia. "Un fallo, un error humano, que puede ocurrir", según palabras de Aznar.

El Talgo partió de la estación de Chinchilla cuando un tren de mercancías circulaba en sentido contrario en un tramo de vía única. El semáforo de la estación estaba verde, porque en caso contrario se hubieran activado unas barreras automáticas, pero el jefe de circulación alega que el maquinista arrancó sin que le hubiera dado el preceptivo banderazo de salida.

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Pero que la causa de la tragedia sea un error humano no minimiza, sino que acrecienta las responsabilidades de Fomento y de Renfe. Este nuevo accidente ferroviario, seguramente uno de los más graves ocurridos en España, se une a la docena que se han producido desde enero en la red ferroviaria convencional española. Constituye una auténtica temeridad que el sistema de seguridad y de control de tráfico en un tramo de vía única de una línea férrea como la de Madrid-Murcia-Cartagena, con una densidad de circulación de viajeros y mercancías como pocas en España y altamente rentable, siga siendo el que se instaló en 1942, de tipo manual, dependiendo en primera y única instancia de un jefe de estación que puede equivocarse sin posibilidad de enmendar su error.

A raíz del accidente, Renfe ha desvelado que estaba a punto de sustituir el sistema manual de control de tráfico por otro de bloqueo automático y que estaba aprobado el correspondiente proyecto. Hace tiempo que esa sustitución debería haberse hecho, pues es inconcebible, si no irresponsable, que el tramo de vía única en que se ha producido la tragedia carezca de los sistemas eléctronicos o automáticos más avanzados en seguridad.

Nuevamente la política ferroviaria del Gobierno queda en entredicho: volcada sobre los trazados de AVE y sus previsibles réditos electorales y con temerario descuido del mantenimiento y la seguridad de la red convencional. La responsabilidad política respecto al ferrocarril no se agota con inauguraciones precipitadas o simulacros de inauguraciones de AVE en periodo electoral: incluye ante todo medidas que garanticen la máxima seguridad de la red existente, de momento la más utilizada por los españoles.

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