Lazarillos bien entrenados
La ONCE gestiona en Boadilla del Monte el mayor centro de adiestramiento de perros guía de Europa
El entusiasmo se desata en la perrera. Varios labradores, golden retriever y pastores alemanes saltan y ladran felices al ver acercarse a su instructor, Juan Luna, cargado con una correa. Van a salir de paseo. Hasta ahí, el comportamiento normal de un perro. Pero estos bellos ejemplares están destinados a ser futuros perros guía para personas ciegas. Viven en Boadilla del Monte, en las instalaciones de 110.000 metros cuadrados de la Fundación ONCE del Perro Guía -la única escuela de este tipo de España y la mayor de Europa, aseguran sus responsables-.
A Yuma, Gama y sus compañeros de clase les quedan dos meses de entrenamiento para conocer al que será su futuro dueño y compañero de por vida. Después llegarán otros.
"Un perro guía es una prolongación de la persona", afirma el director gerente de la Fundación, Pedro Pablo Martín. Detrás de este alto grado de compenetración entre animal y persona quedan muchas horas dedicadas a la educación del perro. Enseñanza que comparten familias, en el primer año de vida del perro, e instructores profesionales que, en ocho meses, finalizan el proceso de aprendizaje.
En 2002 salieron de Boadilla 91 canes y se entregaron otros 20 procedentes de Estados Unidos. Con éstos ya son 800 los perros guía que circulan por España. A pesar de la cifra, la lista de espera para obtener un ejemplar criado, educado y adiestrado en el centro de la ONCE se encuentra en torno al año y medio. El perro se entrega gratuitamente en usufructo vitalicio. "Es como si fuera de la persona que lo recibe, pero nos reservamos el derecho de propiedad, porque si no hace buen uso del perro, se le retira", aclara Martín. El coste del guía asciende a 30.000 euros y lo asume la ONCE.
Una vez adiestrado el lazarillo, le toca el turno al usuario ciego, porque "el perro lo tiene todo aprendido, pero puede intentar dominar la situación y es la persona la que debe imponerse", explica el instructor. "Por eso", continúa Luna, "los seis primeros meses de adaptación entre el animal y el usuario son difíciles. Por ejemplo, hoy me ha llamado una persona de Valencia porque el perro ha seguido su instinto y se ha lanzado a por los gatos. Aquí el usuario debe mostrar quién manda". En la Fundación también se intenta que los perros se acostumbren a los gatos, que pululan por el complejo. Hay gateras distribuidas por las puertas de los edificios, por donde entran y salen.
La Fundación del Perro Guía, en marcha desde 1990, es autosuficiente. Situada en un paraje tranquilo, los edificios, todos de una planta, se distribuyen entre espacios abiertos por donde los instructores sacan a pasear a los perros. Está dotada de residencia canina, sala de partos, clínica veterinaria, quirófano, bloque de cachorros, de entrenamiento, de aislamiento y pistas de ejercicio.
Lo que sí necesita la ONCE es la ayuda de familias, que colaboran desinteresadamente en la formación de los perros. Cuidan tanto de los ejemplares reproductores como posteriormente de las camadas. Los machos y hembras utilizados en la reproducción están seleccionados siguiendo criterios clínicos, físicos y temperamentales.
"Son animales excepcionales que viven con familias haciendo una vida normal, como cualquier perro de una casa", explica el instructor. La reproducción se lleva a cabo en el centro de la ONCE y la camada puede nacer en la casa de la familia o en el centro.
Los cachorros permanecen con la madre hasta que tienen 45 días. En ese momento, son adoptados por unas familias, previamente seleccionadas, hasta que cumplen un año: son los llamados educadores. "No es necesario que vivan en grandes casas, lo que sí exigimos es que dispongan de tiempo para los animales", explica Martín. En sus manos queda una labor vital: cuidar al cachorro y que entre en contacto con el mundo: "Tiene que estar expuesto al máximo número de estímulos. Acostumbrarse a la gente, a las zonas ruidosas, a los obstáculos urbanos, aprender a ir en metro o en autobús sin molestar, a hacer pausas para cruzar una calle...". En definitiva, tiene que saber hacer frente a situaciones extremas para otros perros.
Finalizada la estancia con las familias, otra vez de vuelta al cole perruno. Allí los animales se enfrentan a otros tres meses de aprendizaje básico. "En definitiva, les enseñamos a ser disciplinados", dice el instructor. En estos profesionales recae además la decisión de emparejar a los perros con las personas ciegas. Una labor complicada, porque, como subraya Luna, "cada persona y cada perro es un mundo".
Asignados los perros, los usuarios ciegos se trasladan durante tres semanas a la residencia de Boadilla. Allí viven, pero las prácticas se hacen fuera, en Madrid. Y van de lugares sencillos, amplios, sin muchos obstáculos, a situaciones cada vez más complejas. Posteriormente, el instructor se desplaza dos o tres días al lugar donde va a vivir y trabajar el perro. Establece las rutas principales de movimiento y luego vuelve a Madrid. Pero ahí no acaba su cometido. Ahora es responsable de por vida de esa unidad: "Si hay algún problema, tú eres el encargado de solucionarlo".
Más información: tel. 91 632 46 30
Un regalo de libertad y seguridad
¿Qué significa para una persona ciega un perro guía?: "libertad", responde sin dudarlo el director gerente de la Fundación ONCE del Perro Guía, Pedro Pablo Martín. "Ahora tengo 45 años, tuve mi primer perro con 19 años, y desde ese momento me sentí libre. Además, te da una gran seguridad en ti mismo", afirma.
Martín recuerda que estamos hablando de animales, y que a pesar de su meticuloso adiestramiento existen determinados comportamientos que pueden interferir en el trabajo del perro guía.
Nunca se debe distraer al perro cuando está trabajando, ni ofrecerle comida. Tampoco es conveniente que se acerquen otros perros y se debe evitar tocar el arnés.
Martín recuerda también que la salud y el comportamiento de un perro guía es excelente. "Todavía hay personas que rechazan a estos animales y, por extensión, al perro guía". Y añade: "En un restaurante pueden impedir su entrada, y con razón, teniendo en cuenta la educación de algunos perros normales. Pero nosotros los necesitamos; además de que por ley, los usuarios de perros guía tienen garantizado el acceso a los lugares, alojamientos, locales y transportes públicos".
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