"No hay cine vasco; hay muchos vascos en el cine"
Todavía sigue en las pantallas La vida mancha, la última película de Enrique Urbizu (Bilbao, 1962) y la que cierra La mirada esencial, una monografía editada por la Filmoteca Vasca y la Caja Vital sobre la trayectoria personal y cinematográfica de un director atípico, que comenzó su carrera en la comedia, llevó Bilbao a los escenarios del thriller, realizó cine de encargo y ha vuelto en sus dos últimos títulos a una creación propia.
Entre las páginas de este libro destaca una afirmación: "No hay cine vasco; hay muchos vascos en el cine". Urbizu comienza a trabajar en un momento en el que está en marcha el impulso a una cinematografía vasca. "Pero yo pertenezco a otra generación. Tanto Álex de la Iglesia, Julio Medem, Juanma Bajo Ulloa como yo, tenemos otra visión del cine, más universal. Quizás porque veíamos que las películas que se rodaban entonces correspondían a un cine ensimismado, que no llamaban nuestra atención probablemente porque descuidaban el aspecto dinámico", comenta quien se inició en 1987 con Tu novia está loca.
"El 'thriller' te permite hablar de conflicto social e injusticia sin ser cargante"
Y, luego, está la industria audiovisual. "Sin la faceta empresarial, es impensable crear una cinematografía propia. Y en el País Vasco, este sector es muy limitado. Hay cantera en todos los escalafones, desde electricistas a guionistas o directores, pero falta la estructura. Quizás por eso la mayor parte va a Madrid a buscarse la vida", recuerda.
El libro es sobre todo una larga conversación de Urbizu con Jesús Angulo, Carlos F. Heredero y Antonio Santamarina. En ella se habla de todo, desde los inicios en el colegio bilbaíno de La Salle, donde compartió cinefilia con el guionista Luis Marías. Por supuesto, se atiende a su relación con los actores o los productores. En este caso, reconoce su precisión en cumplir los plazos. "Si me comprometo a rodar en siete semanas, intento que el rodaje dure eso. Pero he llegado a notar que no está bien visto cumplir el plan de producción y que te miran mejor si te pasas del presupuesto; lo que te hace sentirte algo imbécil", reconoce.
Esta responsabilidad se ha cumplido en obras de encargo como Cuernos de mujer o en títulos propios como La caja 507. En este caso, incluso teniendo en cuenta las dificultades de rodar un thriller, género apreciado por Urbizu desde Todo por la pasta. "Me gusta el cine que dé energía, que tenga ritmo, que enganche; además el thriller te permite hablar de economía, conflicto social e injusticia sin ser cargante", comenta.
El volumen concluye con un repaso urgente a La vida mancha, "una película con poca peripecia, pero que es un juego precioso de emociones".
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