Virtuosos

La actuación del cuarteto Arditti se presentaba como uno de los atractivos mayores que el festival Ensems ha programado este año El grupo inglés está considerado como una de las formaciones más reputadas en el campo de la música contemporánea y, por otro lado, la magnífica actuación de su primer violín, Irvine Arditti, el día 26 -junto al Grup Instrumental de Valencia-, confirmaba todas las expectativas.

La música de Salvatore Sciarrino que abrió el concierto se movió, con gran tensión, en la frontera del sonido, trabajando denodadamente los armónicos y creando en la sala una atmósfera de auténtico suspense. Los miembros del Arditti contaron aquí con la colaboración del pianista Ian Pace, que iba proporcionando breves y efectivas pinceladas sonoras al discurso en pianissimo de las cuerdas. El propio autor se refería, en el programa, a los surcos dejados por la música en la memoria, pero la partitura también podía sugerir algo que está naciendo, la génesis secreta de cosas que brotan poco a poco en algún rincón oscuro de la Naturaleza.

Vino luego el cuarteto de Lachenmann, donde el Arditti, con un virtuosismo fuera de lo común, tuvo ocasión de lucir un inmenso catálogo de los colores y efectos -tan desconocidos en muchos ambientes- que pueden lograrse con los instrumentos de arco. Algunas veces, no obstante, se recurría (brevemente, eso sí), al timbre habitual, lográndose con ello referencias más explícitas al proceso de exploración que la obra nos propone.

De la compositora mexicana Hilda Paredes, presente en la sala, escuchamos un trabajo muy riguroso: Cotidales, de nuevo con la colaboración de Ian Pace, donde la energía y la agitación alternaban con secciones de una relativa calma, todo ello coherentemente ensamblado. Para acabar, el cuarteto núm. 2 de Ligeti, donde se pasaba de lo estático en pianissimo a lo rabioso. No faltaron esos momentos de "tiempo suspendido" que nos recordaban lo que un film de Kubrick convirtió -casi- en clásico popular: la maravillosa Lux aeterna. A destacar los pizzicati del tercer movimiento, bordados por el Arditti, y los susurros expectantes del quinto, que cerraron la sesión en un clima parejo al que Sciarrino planteó en un principio.

La sesión off del festival, en el Instituto francés, no pudo contar, por una indisposición, con la programada presencia de Carles Santos y sus fragmentos del No al no. Pero Jean Pierre Dupuy sí que acudió a la cita, con una deliciosa obra que firma él mismo junto a Joan Guinjoan, amén de dos versiones del Archipel IV de Boucourechliev. Antes y después, el Matthieu Saglio Quartett, metamorfoseado en banda La Revolucionaria, dio un toque de relax al festival, interpretando temas de carácter latino y mediterráneo Un piscolabis para los asistentes, a cargo de Ensems, acabó de redondear la noche del sábado