_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Asegurar el futuro en la cumbre de Evian

La gran paradoja de hoy es la capacidad que los países más ricos tienen de hacer el bien, pero su aparente compulsión a perder todas las oportunidades de que disponen para hacerlo. Estados Unidos dedica anualmente 450.000 millones de dólares al gasto militar, pero sólo 12.000 millones a fomentar el desarrollo de los países pobres. Puede bombardear Somalia, Afganistán e Irak, pero parece mal equipado para ayudarlos a desarrollarse. Y Europa está poco mejor, paralizada por las divisiones internas y los déficit presupuestarios. La cumbre del G-8 que se celebra en Evian, Francia, debería establecer un nuevo comienzo. Para los mil millones de personas que residen en los países del G-8, la vida es extremadamente buena, con rentas medias de 25.000 dólares o más por persona y una esperanza de vida aproximada de 80 años. Para otros 3.000 millones de personas, incluida China, buena parte de India, y la mayor parte del este de Asia, el desarrollo económico avanza razonablemente bien, a pesar de la gran volatilidad (más recientemente, el impacto causado por la epidemia de la neumonía atípica asiática, o SRAS). Brasil y México van también por buen camino.

Pero para los otros 2.000 millones de personas restantes, la vida sigue siendo desesperada, y aproximadamente la mitad está sometida a una supervivencia cuando menos precaria. Millones de personas mueren anualmente debido a su falta de acceso a medicinas, alimentos, agua potable y saneamientos básicos. Su esperanza de vida es a menudo inferior a 50 años. Los países del G-8 podrían adoptar medidas realistas para poner fin a este sufrimiento. No lo hacen por codicia y miedo. Piensan que la pobreza mundial es inevitable y demasiado cara de resolver. Pero pueden resolver los problemas de los más pobres del mundo con relativamente poco esfuerzo o impacto negativo para su propio nivel de vida. Las áreas con más problemas están concentradas en el África subsahariana, la región andina, y Asia central. La peor situación, con diferencia, es la de África. El Gobierno estadounidense cree que estos países sólo se pueden culpar a sí mismos. Pero ésta es la fanfarronada ignorante de un país rico que no comprende la situación sobre el terreno.

África padece malaria endémica, que es como una pandemia de SRAS que durase siglos, no unos cuantos meses. Sufre un clima tendente a las inundaciones masivas y los suelos han agotado sus nutrientes. Sufre el problema de que la mayoría de la población se concentre en el interior rural, sin carreteras asfaltadas que lleguen a los puertos y faciliten el acceso al comercio internacional. Y a excepción de unos cuantos países de África Occidental, sufre una grave escasez de energía. Todos estos problemas pueden solucionarse, si bien para ello se necesita dinero. Lo que hace falta es que los dirigentes del G-8 cumplan sus anteriores promesas. En los últimos tres años, los líderes mundiales han prometido reducir la pobreza mundial a la mitad para el 2015, en una serie de compromisos conocidos como Objetivos de Desarrollo del Milenio. Pero después sólo se han dado pasos vacilantes.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Más concretamente, los líderes del G-8 deberían comprometerse a proporcionar financiación adecuada para el Fondo Mundial para Luchar contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, para aumentar la productividad alimentaria en África, para garantizar que todos los niños pobres puedan ir al colegio, y para asegurarse de que los pobres de todas partes tengan agua potable y saneamiento. Notablemente, el coste de este programa sería muy inferior al 1% de la renta anual de los países ricos. Por primera vez en la historia, los ricos son tan ricos, y los pobres tan pobres, que un esfuerzo diminuto podría poner fin al sufrimiento generalizado. La cumbre de Evian aclarará si la codicia, la ignorancia y la ampulosidad de la guerra han cerrado por completo los ojos de Estados Unidos, y si Europa y Japón van a dejar de mirarse el ombligo.

Jeffrey D. Sachs es catedrático de Economía y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. © Project Syndicate, 2002. Traducción de News Clips.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_