Los policías, el loco y la mano de Fo
La anécdota que da pie a la obra más internacionalmente celebrada de Dario Fo es sencilla, y guarda cierto paralelismo con la que se desarrolla en The Front Page (Primera plana), comedia de Ben Hecht que inspiró cuatro películas, entre ellas la obra maestra de la última época de Billy Wilder: en una ciudad italiana se ha cometido un atentado con bomba y la policía, en lugar de mirar donde hay que mirar, busca un chivo expiatorio en la persona de un inofensivo militante anarquista. Cuando arranca la comedia, el activista se ha estampado contra el pavimento tras caer desde la ventana de comisaría. ¿Saltó o le empujaron? Muerte accidental de un anarquista está inspirada muy de cerca en sucesos acaecidos en Italia en diciembre de 1969: el día 12 hubo varios atentados, el más sangriento de los cuales acabó con la vida de 16 personas en la Piazza Fontana de Milán. Acto seguido se sucedieron varias redadas, y, tres días después, uno de los detenidos, el ferroviario Pinelli, cayó desde una ventana del cuarto piso de la Jefatura Superior de Policía. Fo compuso su comedia en caliente y, para estrenarla sin demasiados problemas, escribió en el programa de mano que se había basado en el caso, también real, del anarquista Salsedo, inmigrante italiano que en 1921 "se arrojó", en palabras del jefe de la policía, desde el piso 14 de la comisaría central de Nueva York. Salsedo cayó y calló.
Como en la obra de Hecht,
en la de Fo hay policías corruptos, una periodista de raza y, sobre todo, una carpintería teatral impecable, de las que no se suelen ver en estos tiempos de bricolage. Ahí acaban las semejanzas, porque Muerte accidental de un anarquista vuela sola, aunque esté hecha en el mismo molde en que en otro tiempo se cocieron la farsa grotesca, el sainete, el astracán, la comedia napolitana y la commedia dell'arte. Es una obra comprometida, y sin embargo Fo consigue hacer de su discurso político acción pura. Es contemporánea, pero respeta las tres unidades aristotélicas con una precisión que se encuentra en pocas obras clásicas. En Italia, la estrenó el propio Dario Fo en 1970, en una fábrica en desuso reconvertida en teatro por los actores de La Comune, colectivo fundado por el escritor y por Franca Rame, su mujer. En España, se ha puesto en escena en diversas ocasiones, pero el montaje de referencia es el que hace 22 años dirigió Pere Planella, con un Josep Minguell sobrado en el papel del loco, demiurgo que mueve a su antojo los hilos de la trama. Hace dos, Planella, con el mismo protagonista, lo remontó en Barcelona. Y desde el 11 de septiembre de 2001, fecha predestinada de su estreno en San Sebastián, el director catalán y dos coproductores vascos tienen otra versión en danza por toda España, que acaba de llegar a Madrid.
"Fernando Bernués, director de la productora Tanttaka, con la que monté Translations (Agur Eire, Agur), de Brian Friel, y Mephisto, en la adaptación que Ariane Mnouchkine hizo de la novela de Klaus Mann, llevaba años diciéndome: 'Por qué no montamos Muerte accidental...", explica Planella. "Y como también lo sugerían los actores y teníamos un protagonista ideal, decidimos enhebrar la aguja". Ese intérprete capaz de ponerse el escenario por montera y de encarnar los cinco personajes, a cual más histriónico, en que se desdobla el loco es Aitor Mazo. En el País Vasco, es sobradamente conocido, pero el público del teatro de La Abadía recordará la pegada que tenía encarnando a Charlie Fox, el productor ejecutivo de Hollywood que no cabe en sí de gozo tras endosar uno de sus guiones a una estrella tipo Bruce Willis en Métele caña (Speed-The-Plow), de David Mamet.
Planella no ha operado más cambios en el montaje original que los que aporta la personalidad de los nuevos actores. "Me limito a servir al texto: es muy difícil mejorar las ideas del autor. Cambian la escenografía, el cartel de entonces, en el que aparecían Roberto Alcázar y Pedrín, y poco más. Respecto a Aitor Mazo, está exuberante, espléndido, lo tiene todo. Cuando el carácter del actor se acerca al del personaje, se produce un crecimiento en progresión geométrica, se hace todo fácil y la obra es como un soufflé, que sube y sube. Ésta es la que mejor estructurada está de entre las de Fo: por eso llega muy bien al tipo de público que se acerca al teatro únicamente buscando diversión".
Muerte accidental de un anarquista. Teatro Infanta Isabel. Madrid. Hasta el 29 de junio.
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