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Crítica:ÓPERA | 'Merlín'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ensanchando horizontes

Los teatros que se alimentan con fondos públicos deben velar por la conservación de los patrimonios nacionales. Esto es algo de sentido común, pero se cumple muy de cuando en cuando, volcados como están mayoritariamente los teatros líricos en la búsqueda del éxito sin riesgo, algo que consiguen sobre todo en el repertorio más convencional. Es por ello elogiable que el Teatro Real de Madrid se haya sumado a la tendencia existente últimamente de recuperación del Albéniz vocal y dramático, programando por primera vez en escena la versión original de Merlín, una ópera con Wagner en la trastienda (y también, ojo, con Paul Dukas), que supone, por encima de todo, un intento de sacar la ópera española del casticismo (aunque su tercer acto abunde en giros y ritmos españoles) y proyectarla en un lenguaje de corte universal. Tan universal, que incluso se canta en inglés.

Merlín

De Isaac Albéniz, con libreto de Francis Burdet Money-Coutts. Edición crítica y dirección musical: José de Eusebio. Dirección de escena: John Dew. Con David Wilson-Johnson, Eva Marton, Carol Vaness, Stuart Skelton, Víctor García Sierra, Ángel Rodríguez, Ángel Ódena, Juan Tomás Martínez, Federico Gallar, Eduardo Santamaría y Stephen Morscheck. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Estreno mundial de la versión escénica. Teatro Real, Madrid, 28 de mayo.

Más que evaluar la calidad intrínseca de la obra, lo prioritario en esta ocasión es señalar el carácter de eslabón perdido que Merlín representa. Y, por supuesto, reivindicar el derecho del espectador a conocer con garantías su historia musical en profundidad, al margen de que ésta sea inspirada o mediocre. Importante es, pues, este Merlín desde Madrid, como lo es en otro sentido la anunciada María del Carmen, de Granados, desde el festival irlandés de Wexford, el próximo octubre. Los horizontes se amplían, y eso nunca viene mal.

Merlín, en su soporte escénico, es una obra desigual, aunque tenga momentos orquestales y corales de gran interés, desde el preludio o el final del primer acto hasta el dúo de las dos mujeres protagonistas del segundo. También tiene cierto pintoresquismo en el último acto, y una fuerte originalidad en la presencia del canto gregoriano. Adolece, en cualquier caso, de un libreto consistente y de una solidez teatral. Ello no limita el interés de la partitura, ni mucho menos, pero la ópera tiene unas exigencias muy particulares. En fin, vayamos al espectáculo.

John Dew lo plantea con fidelidad absoluta a su estilo, tratando de salvar las debilidades teatrales de Albéniz a base de movimientos muy ordenados, geometría, sentido del color y una inspirada iluminación que subraya siempre lo misterioso. La narración fluye desde una perspectiva conceptual, atemporal y una miajita futurista. Y así es brillante sin excesos desde una óptica visual y eficaz a su manera en el terreno narrativo. No es poco.

Corrección

José de Eusebio se ha dejado la piel en la reconstrucción de esta ópera y su dirección musical es, inevitablemente, fogosa, especialmente en el primer acto, y más detallista e incluso brillante conforme va avanzando la obra. Saca un notable rendimiento de los efectivos orquestales y corales. El reparto vocal no sobrepasa, en líneas generales, los niveles de ajustada corrección, y más todavía si se compara con el que grabó el disco de esta ópera en Decca.

Un espectador aislado soltó al final de la representación un sonoro "Vaya bodrio". La sensación que tengo es que la mayoría del público acogió el espectáculo con agrado, al menos colectivamente; en privado había opiniones para todos los gustos.

Stuart Skelton, en primer plano, y David Wilson-Jonson.
Stuart Skelton, en primer plano, y David Wilson-Jonson.EFE

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