Maragall y Mas recriminan a ERC su indefinición en la política de alianzas
CiU y el PSC critican la indefinición de ERC en la política de alianzas
No han esperado que pasara ni una semana después de las elecciones municipales. Los dos principales aspirantes a suceder a Jordi Pujol en la presidencia de la Generalitat, el socialista Pasqual Maragall y el nacionalista Artur Mas, se lanzaron ayer a la batalla de las elecciones autonómicas catalanas, previstas para el próximo otoño. Lo primero que han hecho ambos es criticar la indefinición de Esquerra Republicana (ERC), la fuerza que podría obtener la posición de bisagra en el Parlament y decidir quién será el nuevo presidente.
En el primer lance, ambos dirigentes reconocieron que el resultado en la carrera para la presidencia de la Generalitat es incierto y las municipales no han desequilibrado a ninguna de las dos partes, en contra de lo que ambas habían pedido abiertamente a los electores. "Comienza la gran batalla catalana", dijo enfáticamente Maragall en una comparecencia para evaluar los resultados de las elecciones municipales. Ofreció "un cambio total, de políticas, de estilo, de régimen" y se declaró "más dispuesto que nunca".
Maragall subrayó que los socialistas han ganado 200 concejales, mientras que CiU ha perdido 402, y se tomó casi como un chiste las afirmaciones de los dirigentes nacionalistas que sostienen que el PSC ha perdido las elecciones. Pero si los datos prueban que el PSC ha ganado los comicios mientras que CiU ha sufrido un retroceso, Maragall reconoció que han dejado la carrera de las autonómicas tal como estaba: "No han sido ni un freno ni un paso adelante "pero eso nos puede ir bien como advertencia de que nada será fácil".
La emergencia de ERC
En una entrevista en Catalunya Ràdio, Mas opinó que Maragall ha visto frustrada su pretensión de que las elecciones municipales crearan la sensación de que "todo está hecho" a favor del PSC. "Ellos iban en plan de ola, de la ola socialista", dijo, y creían que conseguir el Gobierno catalán "era cosa de meses". En cambio, sostuvo que ahora "está todo más abierto".
Pero lo que de verdad preocupa tanto a Maragall como a Mas de las elecciones municipales es la emergencia de Esquerra Republicana (ERC), el partido que en 1980 dio a Jordi Pujol la presidencia de la Generalitat tras las primeras elecciones autonómicas y ahora apunta de nuevo como posible bisagra en el Parlament si en las elecciones del otoño ninguna fuerza logra la mayoría absoluta, como parece lo más probable. Inquieto por las negociaciones abiertas por ERC con CiU para la formación de numerosas mayorías municipales y en la Diputación de Girona, Maragall afirmó: "Sólo la ambivalencia de Esquerra, y su legítima aspiración a conseguir el mayor número de alcaldías, puede desdibujar la voluntad de cambio político que se ha apuntado" en las elecciones municipales.
El líder socialista explicó que ERC se ha convertido en los últimos tiempos en el partido de una generación joven crecida durante las dos décadas de gobiernos de Pujol. "Son un tipo de personas hijas del régimen, de la Cataluña convergente. Pero no sabemos si renegarán del padre. No lo saben ni ellos". También Mas recriminó a ERC su indefinición entre el PSC y CiU, y le advirtió de que si en su momento se inclina por apoyar a Maragall será acusada de traición por CiU. "Si ERC quiere ser fiel a sus principios y su ideología nacionalista deberá ir con cuidado no sólo con los pactos que hace ahora, sino fundamentalmente en el otoño, porque esto no lo ha aclarado nunca", afirmó.
El dirigente nacionalista advirtió que "en su momento se le deberá preguntar a ERC con toda claridad a qué presidente piensa dar apoyo en Cataluña, porque no es lo mismo un presidente de una fuerza independiente que el de una que está atada". Con Maragall como presidente, advirtió Mas, Cataluña sería un vagón "en un tren dirigido por [el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez] Zapatero, "y no creo que eso sea lo que deseen los electores de ERC".
A todo esto, sin embargo, Mas dejó claro que el voto de ERC para lograr la presidencia puede no ser la única posibilidad y se mostró abierto a recibir, llegado el caso, el apoyo del PP, como hizo Pujol en 1999. "Yo no puedo evitar los votos de otros", afirmó.
Maragall interpretó la fuerte subida de ERC y de Iniciativa en las municipales, que les ha colocado en el 12% y el 10% de los votos respectivamente, como "una infidelidad" de muchos electores socialistas en la ciudad de Barcelona ante la expectativa de una segura reelección del alcalde Joan Clos. También dijo que el presidente del Gobierno, José María Aznar, "ha bordado" su papel al llamar al voto del miedo, "pero al final ha perdido".
Ridao: "ERC seguirá por el camino de en medio"
A los republicanos no les gustaron nada las palabras de Pasqual Maragall y Artur Mas sobre su partido. Aunque, en el fondo, están encantados de haberse convertido en el objeto del deseo de ambos y se disponen a jugar a fondo la condición de árbitro en que las matemáticas electorales les han colocado en numerosos municipios.
El portavoz de ERC, Joan Ridao, respondió tanto a Maragall como a Mas. Al primero le definió como "el exponente más apolillado de la política catalana, junto al propio Pujol". El diputado republicano consideró "ofensivo" que se califique a la actual generación dirigente de ERC como "hija del régimen pujolista". Con independencia, destacó, de que eso muestra que Maragall tiene "un profundo desconocimiento de la actual ERC" que resulta chocante si aspira a gobernar con su apoyo.
Pero Ridao tuvo que responder igualmente a Mas, porque éste también criticó la indefinición de la política de alianzas de ERC. Ridao se tomó la advertencia de Mas como una indicación de que ERC "está en la buena línea", pues es la prueba de que, en contra de lo que afirman CiU y el PSC, no se ha decantado por ninguno de los dos aspirantes. "Esto es un estímulo para continuar por el camino de en medio y sin interferencias", declaró.
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