_
_
_
_
_
Reportaje:

Formas que prevalecen

Una exposición en el Jardí Botànic de Valencia repasa las funciones de las ocho formas más extendidas en la naturaleza

Ferran Bono

La forma de los huevos de los pájaros facilita la acumulación de los mismos; la forma hexagonal de las pequeñas placas de los caparazones de las tortuga optimizan y sellan el espacio; la forma helicoidal de algunos crustáceos ayuda a agarrarse y vencer la fricción producida por las corrientes marinas; la forma ondulante de los desplazamientos de muchos animales es la más simple para mover un material dentro de un fluido. Son algunos ejemplos de la exposición ¡Y después... fue la forma! que ayer se inauguró en el Jardí Botànic de la Universitat de València.

Hay muchas más formas y no todas obedecen a una función dentro de la evolución biológica. Las hay también producto del azar, como la piedra con aspecto a bacon que también se exhibe en la muestra organizada por la Fundació La Caixa y su Museu de les Ciències.

Ocho son las formas más extendidas en la naturaleza, según explicó ayer el comisario de la exposición José Miguel del Campo: básicamente el círculo genera, la espiral empaqueta, la hélice agarra, el hexágono pavimenta, la parábola comunica, el fractal intima, el ángulo concentra y la onda desplaza. Las 200 piezas que componen este recorrido expositivo constatan las diferentes estrategias evolutivas basadas en la adopción de formas funcionales en los seres vivos. La función de cada una de las formas "especifica de qué forma pasan el filtro de la selección natural y cuáles no; qué formas evolucionan y permanecen y cuáles desaparecen y se extinguen".

"Las combinaciones de formas no son agregaciones arbitrarias de elementos funcionales. Para sobrevivir a la criba evolutiva no sólo se deben combinar formas, sino combinarlas de manera adecuada con su función y su medio ambiente. Algunas correspondencias entre formas y funciones pueden ir contra la supervivencia del individuo vivo. Por ejemplo, ¿podemos imaginar los apuros que pasaría un mono de cola arborescente en una selva? Es de suponer que no pararía de enredarse en las ramas de los árboles. De la misma manera un felino de dientes esponjosos tendría sus días contados: no sólo no podría morder la carne, sino que los recovecos de sus dientes serían un nido de infecciones. Una tortuga con escamas circulares tampoco viviría por mucho tiempo: el espacio entre sus plazas serviría de coladero para todo tipo de pequeñas alimañas". Así se indica en un texto que acompaña la exposición.

Pero no sólo se habla de seres vivos. También se incluye, por ejemplo, una muestra del pavimento hexagonal que diseñó Gaudí para el Passeig de Gràcia, algunas piedras preciosas de múltiples formas y colores o una antigua cámara fotográfica con un enorme flash para ilustrar la función de la parábola.

La exposición, que se clausura el 22 de junio, tiene un claro carácter didáctico e invita a reflexionar sobre las formas de la naturaleza, al tiempo que permite realizar una traslación al mundo concebido por los artista o por los arquitectos, por ejemplo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_