Pierre Henry dice que la clave de la música electrónica es el humanismo

Defiende que para ser bueno en la música hay que serle fiel a un instrumento. Pierre Henry, nacido en Francia en 1927, lo es a su consola electrónica, con la que este creador y precursor de uno de los caminos que más frutos han dado en la música contemporánea, la vertiente electrónica, ha fabricado nuevos sonidos. Hoy los esparcirá a las 20.30 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde actúa dentro del ciclo Música Hoy, dirigido por Xavier Güell y patrocinado por EL PAÍS.

Frente a la frialdad que muchas veces caracteriza el tipo de música que él desarrolla, Henry hace sus recomendaciones: "Nuestro deber es abrir los oídos al público y enseñarle que existe un camino en el que se pueden utilizar las nuevas tecnologías, pero sin olvidarse del humanismo, la sensibilidad y la imaginación".

En el programa lleva dos obras contrapuestas y lejanas en el tiempo: la Misa de Liverpool, de 1967, y la reciente Laberinto, de 2002. "Son piezas que tienen mucho en común. Ambas son espirituales, tienen la fuerza de la búsqueda interior", afirma Henry. También sirven para constatar cómo su música sigue viva y, según muchos, mejor aceptada ahora por el público que en los años cincuenta, sesenta y setenta. "No es mi música la que ha cambiado, no es que yo me haya abierto más, sigue siendo la misma, es el público el que la entiende mejor", afirmaba ayer este creador, que ha trabajado intensamente en el cine y la danza, concretamente con Maurice Béjart, para quien ha escrito 15 ballets.

La colaboración de su música con otras artes ha ayudado a consolidar su estilo. "Absolutamente. Desde siempre, me ha marcado el cine, su ritmo, su montaje, su lenguaje", admite Henry. No así la denominada música electrónica de ahora, los sonidos que retumban en las discotecas. "Es interesante, tiene que existir, pero pasará. No quedará más que como los sonidos que una vez existieron para destruir el abdomen, reventar los tímpanos y causar estragos en los estómagos", dice.