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Reportaje:

Virginia, la mujer de hierro

Berasategui ha superado una crisis personal y vuelve al triatlón más fuerte que nunca

Dicen los fisiólogos que pocos deportes, o ninguno, es más duro que el triatlón.

Por eso, para competir al más alto nivel hay que tenerlo muy claro, saber por qué y para qué está un atleta dispuesto a nadar un mínimo de 1.500 metros, recorrer al menos 40 kilómetros en bicicleta y correr otros 10 kilómetros a pie. Distancias que, según en qué pruebas, se pueden multiplicar.

A Virginia Berasategui le asaltaron las dudas poco antes de los Juegos Olímpicos de Sydney

y decidió dejar la alta competición por un tiempo. Ahora ha vuelto y es otra. Más madura, mentalmente más fuerte, con las ideas claras. Y ganadora. El pasado día 11 se proclamó campeona del mundo de triatlón de larga distancia, es decir, 4.000 metros a nado, 120 kilómetros en bici y 30 kilómetros corriendo. El éxito no llegó solo. El vitoriano Eneko Llanos también ganó el Mundial en categoría masculina.

El triunfo de Virginia Berasategui tiene un mérito añadido. Interrumpió durante un par de años su presencia en las pruebas más importantes porque quería replantearse su carrera. "Llegó un momento en que ya no competía por mí misma, sino por los demás. Me creaba mucha presión y no disfrutaba", recuerda. Así que paró. Seguía entrenándose, aunque a modo de aficionada. Ahora, después de superar esa "crisis personal", vuelve al primer plano. Puede que el exterior le siga presionando, pero ella lo afronta de otra manera. Un ejemplo lo vivió la víspera de este Mundial, cuando unos aficionados la encontraron en Ibiza. "Se me acercaron y dijeron: 'vamos a sacarnos una foto con la campeona del mundo'. Y la carrera era el día siguiente".

Berasategui partía como favorita, pero esta vez ha sido distinto. "Me lo he tomado con tranquilidad", comenta. Eso sí, "lo más duro fue empezar de nuevo, sobre todo psicológicamente". Para su suerte, según dice, "el cuerpo y los músculos tienen memoria", así que poco a poco se han puesto a tono. "Y todavía tengo un punto para poder mejorar porque lo mal que lo he pasado me ha hecho mejorar", matiza.

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Virginia, de 27 años, lleva 12 compitiendo. Curiosamente, aunque sus orígenes fueron como nadadora, su prueba favorita es la de ciclismo. Su evolución la ha llevado a sentirse "una diesel total", de modo que prefiere las competiciones cuanto más exigentes y largas. Le atraen las pruebas de Ironman (traducido, hombre de hierro), las más duras que existen: 3.800 metros nadando, 180 kilómetros en bici y un maratón (42,195 kilómetros). El año pasado probó por primera vez, en Francfort, terminó quinta y le gustó pese a que chocó contra lo que los maratonianos llaman el muro, o una pájara en argot ciclista. "La clave de las pruebas de larga distancia es totalmente mental. La diferencia entre acabar en primera o quinta está en la mente", asegura.

Para su desgracia, la distancia reglamentaria en los Juegos Olímpicos es menor (1.500/40/10) y ella admite que no es "tan explosiva", que se le da mejor el sufrimiento sostenido durante largas horas. Sin embargo, tiene una cuenta pendiente con los Juegos, y esta vez está decidida a llegar a Atenas 2004. Con ese objetivo se prepara. "Ahora", dice, "tengo que cambiar el chip para la distancia corta y sumar puntos". Sólo así podrá participar en su primera cita olímpica. De momento, empieza en una posición retrasada. Su ausencia en las pruebas de la Copa del Mundo la han dejado atrás. Ahora mismo ocupa la posición 160ª en el ránking mundial. Pero ella es de hierro.

Eneko sigue creciendo

El triunfo de Virginia Berasategui en el Mundial coincidió con el de Eneko Llanos. Este triatleta vitoriano lleva una progresión constante. Él, y su hermano Héctor, son asiduos a los primeros puestos en las pruebas internacionales. El año pasado acabó en el puesto 22º del ránking mundial.

Su victoria en el Mundial de larga distancia de Ibiza no le ha valido de nada para esta clasificación, porque se basa en los resultados de la distancia olímpica. Por eso ahora está instalado en la posición 27ª.

Eneko Llanos tiene la mala fortuna de estar oscurecido por los resultados de otro triatleta español, Iván Raña, oro en el Mundial de 2002. En cualquier caso, el palmarés del vitoriano, de 26 años, es espectacular. Recuerda especialmente su participación en el primer triatlón de unos Juegos Olímpicos, en Sydney, donde terminó en el puesto 23º.

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