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PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES 25M | La jornada electoral en Cataluña
Columna
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Las vacaciones son necesarias

Esta crónica empieza bien. La primera sede electoral a la que acude quien les escribe está en el colegio Nuestra Señora del Rosario, en la calle de Mallorca entre Roger de Flor y Nàpols. ¿No será la que le ha tocado a Joan de Sagarra para ejercer de vocal de mesa? Pues sí. Como anunciaba en su crónica de ayer, Sagarra lleva una camiseta con la imagen de san Genaro, unos tejanos de marca impolutos y una petaca redonda y plateada, cargada con buen Jameson. Ante sí tiene un magnífico claustro donde podrá fumarse, cuando le venga en gana, el habano que guarda en la purera y para el almuerzo ya se ha puesto de acuerdo con sus compañeras de mesa para que le dejen ir a casa a zamparse un excelente arroz -sé de qué hablo- que sin duda le tendrá preparado su mujer, María Jesús. De modo que los lectores de Sagarra pueden dejar de sufrir: ayer no pudo ir al Bauma, pero supo organizarse la mar de bien. Menudo es él.

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Pero uno no se ha acercado hasta aquí para ver a su amigo enfrascado en tales menesteres, ni para ver votar a Jordi Portabella, pues le consta que se vota a sí mismo -lo hace a las dies y diez, acompañado por su mujer y sus dos hijas-, y tampoco para oírle decir que espera una alta participación en una jornada pacífica -que es lo que hace-, sino para controlar en persona la propaganda ilegal que pueda haber colgada por ahí. Lo primero con que se topa es un mensaje rotundamente falso. Grandes letras de cartulina rodeadas de florecillas anuncian: "És Pàsqua, amics". Hombre, no. Sigue investigando y lo único que encuentra son otros dos anuncios: "P3 A som la classe dels pingüins" y "P3 B som la classe del tren". La única alusión a la guerra en el recinto es la chapa que Portabella lleva en la solapa y la pegatina con el lema Guerra nunca máis de su mujer.

El cronista vuela raudo hasta los jesuitas de la calle de Casp, donde a las diez y media está previsto que acuda -y acude, en compañía de su esposa- Joan Clos. Una decena de jóvenes con pancartas piden la libertad para los presos de Torà. En una de las pancartas puede leerse: "L'Ajuntament empresona antifeixistes". Hombre, tampoco. Multas de cortar el hipo sí pone, pero mandar a la cárcel a la gente, eso en principio es cosa del juez. Cuando el alcalde se acerca, los chavales se ponen a silbar y a corear protestas. El interior del colegio está limpio como una patena limpiada por jesuitas. Un único cartel convoca a los estudiantes de segundo de bachillerato a la Festa de l'Orla. Clos exhibe una chapa roja con una paloma blanca.

En ruta hacia la calle del Rector Ubach, entre Amigó y Calvet, donde a las once debe votar Xavier Trias. Se trata de la Escola Augusta. A la entrada, un cartel advierte: "No es permet jugar a pilota en aquesta zona". Dentro un anuncio solicita "un presentador y una presentadora divertidos y con ganas de pasárselo bien" para el concurso de play-back que se celebrará durante la fiesta de fin de curso. El aula en la que vota Trias, que ha acudido acompañado de su mujer y la suegra, es la de plástica y está adornada con temas gaudinianos. Trias no lleva chapa.

Uno empezaba a desanimarse, cuando el colegio público -¡por fin!- Pau Casals, en Providència entre Alegre de Dalt y Secretari Coloma, le devuelve la fe en la humanidad. No podía tocarle a Imma Mayol, que ya ha votado cuando el escribiente se acerca al lugar, un colegio con una escenografía más adecuada. En todas las ventanas hay carteles con la frase "aturem la guerra" y efigies de John Lennon. Dentro, una reconstrucción artesana del Prestige yace junto a la leyenda Nunca máis. Si hubiera habido que desmontar todo eso, desde luego el colegio no abre en todo el día. En un pasillo, un cartel más modesto convoca a la fiesta de cumpleaños de unos alumnos, clasificados bajo los epígrafes "marietes" y "dofins". Lo bien que se lo debe de haber pasado aquí la Imma.

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De vuelta a la carretera, ahora rumbo a Les Corts, calle del Pisuerga. El colegio Pau Romeva, que ha tenido el honor de recoger el sufragio de Alberto Fernández Díaz, también es público, como el de Mayol. ¿Mera coincidencia o alusión directa a la pinza que tanto inquietó a Felipe González? Sin ser tan extravertido como el Casals, el Romeva también está posicionado: de la puerta de entrada cuelga el cartel de la bomba tachada que convoca a la manifestación del 15 de febrero. Dentro, letras de colores recortadas hacen saber: "Sempre direm no a la guerra, visca la pau". En un tablón se anuncia una conferencia, organizada por la AMPA, que dará el pedagogo Manel Torrente, mañana a las 21.00 horas, en el gimnasio de la escuela. El título de la charla es sugestivo: Las vacaciones son necesarias. Vaya si lo son. Y más cuando por delante quedan las autonómicas y luego las generales.

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