¡Ay, las palabras!
Ay, las palabras, las traidoras, las canallas, las delatoras palabras, agazapadas en el subconsciente repentinamente saltan y ¡zas!, nos pierden, nos retratan, nos dejan, ay, desnuditos, aunque con la ropa de marca puesta.
Dice la querida candidata del PP a la Comunidad de Madrid que espera que la guerra y el Prestige no influyan en el voto. ¿Pero no habíamos quedado en que el Gobierno había actuado en ambos casos de manera irreprochable?
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