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Reportaje:FÚTBOL | La jornada de Liga

Pesadilla en Vallecas

Al Rayo sólo le vale vencer a Osasuna para seguir aspirando a salvarse

El Rayo Vallecano está a un paso de arrojar por la borda su mejor etapa. Si hoy pierde contra Osasuna, clausurará matemáticamente cuatro años de permanencia en la Primera División, su mejor marca histórica. La derrota echaría el cierre a un ciclo en el que incluso probó las delicias de la Copa de la UEFA con Juande Ramos en el banquillo. A cuatro jornadas del final, con tan sólo 12 en juego, divisa la salvación a ocho puntos de distancia, los que le saca el cuadro navarro. Su milagro pasa, pues, por ganar todos los partidos que quedan y, además, por que sus rivales directos pierdan la mayoría de los suyos. De momento, su presidenta, María Teresa Rivero, no quiere saber nada del descenso y, si se le recuerda la deplorable situación, estalla: "La prensa sólo quiere sacar lo desagradable, fijarse en lo malo. Estoy harta".

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El conjunto franjirrojo no abandona la última posición desde la jornada 28ª, cuando perdió en el Bernabéu, ante el Madrid, por 3-1. Desde entonces, ha cambiado de entrenador, ha visto cómo dos de sus jugadores se han pegado en el vestuario, cómo se han sucedido las goleadas en contra y cómo la confianza se ha ido extinguiendo con el tiempo. Sin embargo, Rivero se aferra a la esperanza: "Aún no estamos en Segunda, seguimos en Primera. Para tomar decisiones hay que saber qué terrenos pisamos. No se ha hablado en el club de ningún cambio y no se hará hasta el final de la temporada".

La enfermedad del Rayo comenzó a incubarse muy pronto, en la jornada 12ª, tras otra derrota por 3-1, en Montjuïcm frente al Espanyol. Rivero montó en cólera, denigró la actitud de los jugadores e intentó acabar con Fernando Vázquez, el entrenador. Sin embargo, éste aguantó. No mucho, pero aguantó. Y es que la plantilla confiaba en él. Con todo, fue destituido tras la jornada 18ª. "Fue una decisión que tomamos por el bien del equipo, porque el Rayo estaba fatal", afirma Rivero. En su lugar desembarcó el paraguayo Gustavo Benítez, que no duró mucho -diez jornadas- y después el actual técnico, Antonio Iriondo, procedente del filial, aunque entre medias hubo una confusa maniobra de la familia Ruiz-Mateos para contratar de nuevo a Vázquez.

A pesar de todo, Rivero no se plantea abandonar una nave a la deriva: "Tenemos que continuar, maxíme si bajamos de categoría. No podemos dejar abandonado el club. Lucharemos por mantenernos en Primera o, si bajamos, por volver". ¿Se reprocha algo? "No, yo no me reprocho nada, porque no juego. Los que están en el campo son los jugadores. Yo he dado todo por el Rayo".

De hecho, la presidencia y la plantilla han protagonizado escarceos no muy saludables esta temporada. Al término del encuentro contra el Espanyol, Rivero se enfrentó al plantel, reacio a la expulsión de Vázquez. "Lo que digan los jugadores me da igual", indica; "ellos no tienen que opinar, sólo jugar. Además, no tienen motivos de protesta porque cobran puntualmente, algo que muchos otros no pueden decir de sus clubes".

Teresa Rivero protesta en el palco de Vallecas durante un partido del Rayo.
Teresa Rivero protesta en el palco de Vallecas durante un partido del Rayo.

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