Furia hispano-mexicana
La historia última de Javier Corcobado es bien conocida. A grandes rasgos: tras hundirse en un pozo humano y musical, escapó hacia México, país donde es figura de culto. Corcobado ha regresado con un disco tan esbelto como positivo, Fotografiando al corazón. Se ha traído también una disciplinada banda formada por tres instrumentistas mexicanos y dos colaboradoras españolas.
Corcobado evita la tentación de vomitar torrentes de decibelios como medio de someter al respetable por la vía rápida. Al contrario, trata con suma delicadeza el cancionero ajeno: hay respeto en las versiones de Corcovado, Negue o Poupée de cire, poupée de son. Y cuida de que no se pierdan los matices de Temblando, Amor anoréxico y demás piezas suyas que van creciendo orgánicamente en intensidad. Hasta se atreve con Ciudad erótica, ese experimento construido en estudio sobre un collage de respiraciones y gemidos.
Corcobado
Javier Corcobado (voz, guitarras, teclados), Paula Grau (teclados, voz), Vera Acacio (guitarras, teclados), Juan Morales (bajo), Edgar Torres (guitarras), Iván García (batería). Sala Caracol, Madrid. 21 de mayo.
Es un ejercicio valiente ya que Corcobado recibe una respuesta más entusiasta cuando pisa el acelerador y sube el volumen: Vivir en tus ojos, Fotografiando al corazón, Gasolina de besos, Cicatrices en el cielo, A traición o Dientes de mezcal son implacables momentos álgidos, con una ferocidad muy medida. De hecho, algunos fieles hasta echan de menos el abandono, el arrebato, el vértigo de sus mejores grupos anteriores, como Los Chatarreros de Sangre y Cielo.
La explicación debe residir en el hecho de que la actual es una banda muy ensayada pero que necesita una pizquita de locura. El habitual mutismo de Corcobado entre canciones y algunos irritantes tiempos muertos tampoco benefician al concierto. Se puede remediar si se quiere que la propuesta resulte definitivamente embriagadora. El rock en español lo agradecería: no es frecuente toparse por aquí con un repertorio que va desde la susurrante Desnuda en el Pacífico hasta la apocalíptica Dame un beso de cianuro.
Babelia
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