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Reportaje:ELECCIONES 25M | El desarrollo urbano

Jaén sigue buscando su identidad

Con un desarrollo urbanístico que mira al norte, la capital ha visto frenados los principales planes por los enfrentamientos

Ginés Donaire

Para cualquiera que visite Jaén es evidente la transformación de la ciudad en los últimos años, al menos desde la óptica de la estética urbana. Con un censo de 111.000 habitantes y una elevada población flotante gracias, en gran parte, a la expansión de la Universidad, el retrato del Jaén actual es el de una ciudad de claro predominio funcionarial, que se resiste a abandonar su mentalidad agraria, con escaso peso industrial y con un desarrollo urbanístico acompasado a la fiebre inmobiliaria de miles de inversores que han visto en la vivienda el mejor refugio para el ahorro. Es, en definitiva, una ciudad que ha cambiado, pero que no ha crecido y sigue buscando su identidad.

"Jaén ha despegado lentamente de la mentalidad agraria, pero no ha conseguido aún echar raíces en el sector industrial; se ha quedado como ciudad de servicios de mediano valor añadido", asegura José García Roa, profesor de Economía Aplicada de la Universidad jiennense y miembro del Consejo Económico y Social (CES) de la ciudad. De hecho, un informe de este órgano revela que el 75% de los centros productivos tiene menos de cinco empleados, y apenas 180 empresas cuentan con más de 20 trabajadores. El Ayuntamiento proyecta ahora la construcción de un nuevo polígono industrial de más de un millón de metros cuadrados.

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No sólo su mentalidad conservadora ha frenado el desarrollo de Jaén. Por si fuera poco, la enconada confrontación política de la última legislatura entre el gobierno municipal del PP y los gobiernos socialistas de la Junta y la Diputación ha echado por tierra cualquier esperanza de que la ciudad dé un salto cualitativo. Y eso no ha pasado desapercibido a los vecinos. "Al principio nos creíamos que todo se debía a problemas económicos, pero luego hemos comprobado, desconcertados, cómo unos a otros se echaban la culpa de la falta de inversiones y se han bloqueado importantes proyectos para la ciudad". José Bautista, presidente de la federación de asociaciones de vecinos, se refiere a las "eternas promesas" del Museo de Arte Ibérico, el teatro, la circunvalación del castillo, el albergue juvenil o las conexiones por ferrocarril.

Muchos de estos proyectos están pendientes desde 1992, justo desde que la Junta activó el plan Ciudades del Sur para corregir los desequilibrios que generó la Expo de Sevilla. Uno de los casos más significativos de abandono institucional es el casco antiguo, que languidece con el paso del tiempo a pesar de que cada cuatro años está en la vanguardia de las promesas electorales. Tampoco los 16 millones de euros de fondos comunitarios que han llegado a través del Plan Urban parecen haber sido la panacea. "Las inversiones que se requieren son mucho mayores, pero lo que hace falta es que los políticos tengan voluntad de actuar sin pensar en la rentabilidad electoral", señala Rafael Cámara, de la asociación Iuventa, una de las más activas del casco viejo.

La asociación vecinal Arco del Consuelo estima que en el casco antiguo hay 203 casas en ruina y 109 solares abandonados, lo que da una idea de la degradación. Desde hace unos años, el desarrollo urbanístico de la ciudad mira al norte, aunque de una manera desequilibrada y con escasa planificación.

José María de la Torre, presidente del Colegio de Aparejadores, lamenta el escaso suelo urbanizable previsto en el PGOU. "Hay que buscar fórmulas para incentivar a los promotores privados", indica.

Si el urbanismo ha sido la principal área de crispación en el último mandato -casos Bariloche y Somuvisa, por ejemplo- el caos en el tráfico es, según una encuesta, lo que más preocupa a los ciudadanos, por encima incluso del empleo o la vivienda.

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