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EDITORIAL

ETA contra todos

ETA asesinó ayer de nuevo, por séptima vez desde que desató su más reciente campaña terrorista. En esta ocasión la víctima designada por la banda totalitaria es un socialista, el ex gobernador civil de Guipúzcoa entre 1994 y 1996, Juan María Jáuregui, que destacó por su militancia antifranquista, detenido en las manifestaciones contra el proceso de Burgos en 1970, y cuya biografía política, como otra reciente víctima de ETA, José Luis López de Lacalle, pasa también por las filas del PCE. Lo más relevante de su reciente trayectoria es su papel como gobernador civil en el esclarecimiento del caso Lasa-Zabala. El mensaje de la banda fascista en esta intensificación de su acción asesina es bien claro: nadie puede sentirse seguro en el País Vasco ni en España si no pertenece al mundo de su nacionalismo totalitario o, como mínimo, si no se dedica a mirar hacia otro lado cuando actúan los asesinos. Jáuregui, un vasco euskaldún y profundamente demócrata, pertenecía al sector del socialismo vasco más dialogante con el nacionalismo. Hora es ya de que el Gobierno de Juan José Ibarretxe saque conclusiones sobre los costes que deberá pagar el nacionalismo democrático si persiste en su empeño de mantener todavía ataduras con el mundo criminal de ETA y sus avaladores de Euskal Herritarrok.

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