Niño dormido con...
Lo he oído ya un par de veces y creo que están en lo cierto. Vivimos en el país un tiempo en apariencia insoportable, de tremenda crispación. Pero, mientras tanto, afloran claros síntomas de final de época; síntomas que remiten a cierto optimismo. Lo pensaba mientras veía una estampa, Niño dormido con tres calaveras, en la que, según el gusto barroco de la época (1529), se resaltan por sobre todo los cráneos pelados mientras el niño, la vida futura, queda semioculto en escorzo en el extremo superior izquierdo del grabado. Sólo se aprecia la muerte. Pero hay vida y esperanza dormida tras esas calaveras ¿Es así como vivimos nuestro presente? Pudiera ser.
Nadie en 1900 imaginaba, sensu contrario, que se avecinaban para Europa tiempos tremendos y horribles. Por aquel tiempo, la gente cultivada creía en un progreso imparable. Y no les faltaba razón: años sin guerras generalizadas, apenas unas escaramuzas durante la unificación alemana y la italiana, y momentos duros en los remotos -para los tiempos- Balcanes o en Crimea. Por lo demás, bienestar para las clases medias, y un proletariado algo encrespado pero manejable. Nunca se interrumpiría aquel clima de bienestar, pensaban. Duró catorce años, hoy lo sabemos.
Pudiera ser que, en términos mundiales, vivamos un tiempo así (un tiempo de optimismo infundado). La pax americana nos protege mientras las guerras siguen siendo aún remotas: en Irak o Palestina. Podemos permitirnos discrepar, aventurarnos con el pacifismo y hacer campañas de solidaridad con el Tercer Mundo, ser de ésta o aquélla ONG. Todavía podemos hacerlo. ¿Qué será de esto en catorce años? A saber...
Volvamos al paisito. Por este rincón del planeta se ha instalado el más absoluto de los pesimismos: nunca ETA será derrotada. Lo cree especialmente el PNV, que, en un juego infernal de inocencia y cinismo, da cobertura a propuestas inverosímiles en aras de "la paz". ¿Y dónde queda la libertad?, se pregunta el resto. Esto acrecienta la desesperanza: ¿qué será de un país gobernado por inocentes y suaves autoritarios? Y la nube pesimista invade cada rincón de nuestras almas. De todas.
Y, sin embargo, el niño dormido pudiera estar ahí, en escorzo, casi fuera de plano. He oído hablar que este año "sólo" ha habido un asesinado a manos de ETA, que el PP presenta más candidatos que nunca, etcétera. Pudiera ser un síntoma. Pero uno ve lo que ve, y no es Perogrullo.
Parece que los "tres caballeros vivos" y perversos proyectan ya la sombra de su propia muerte contra la tierra, sus tres calaveras y sus cuerpos condenados. (Mito medieval que reprocha la avaricia, la vanidad y el abuso de poder.) Me refiero a ese humus-tierra del que siempre se alimentaron los bárbaros y en el que comienza a dibujarse la indecencia de los "tres caballeros": el héroe, la organización y el oportunismo. Jóvenes abertzales comienzan a coger distancia respecto a Batasuna y sus epígonos -cada día más exaltados y etnicistas- y a mirar con simpatía a Aralar (tildada de traidora por la organización). Adolescentes radicales callan ante la fuerza del argumento de la vida, la razón y la libertad, cosa que no ocurría hace unos pocos años. En medios de enseñanza radicalizados manqué le loi, comienzan a aparecer voces de sensatez y en defensa de la vida. Y los jóvenes -sin adjetivo- quieren vivir la vida al margen de la exaltación absorbente de un "país liberado". En medios comunitarios del paisito se habla mal, aunque en voz baja, de "ellos", cosa impensable hace poco tiempo.
Cúpula de ETA detenida en Bidart, Mesa Nacional de HB juzgada y condenada, Batasuna ilegalizada, candidaturas desautorizadas, todo eso ha ocurrido mientras no han logrado, como quisieran, poner patas arriba al paisito. Algo está cambiando. ¿Será que hay un niño dormido tras tanta desesperanza? Las elecciones lo dirán. Pero, si lo hacen, lo harán a medias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.