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Columna
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Actitudes

A cuatro días de la jornada electoral y habiendo dejado escrito y rubricado mi pronóstico sobre el resultado autonómico en estas páginas quiero aprovechar esta columna para volver sobre un asunto que, al final, y a mi entender sí va a tener influencia en la decisión de los indecisos, pero más concretamente de los indecisos que, por una parte, afirman que irán a votar y, por otra, que recuerdan haber votado en las generales del 2000 y las autonómicas del 99 al PP.

A estas horas no me quedan apenas dudas de que el tono de la campaña, las actitudes de los principales partidos en lo que son los insistentes leit-motiv de sus discursos prefiguran claramente que: Los dos grandes competidores del espectro de la izquierda (PSOE y EU) han enfocado la doble campaña electoral en clave de ensayo general para las elecciones generales; así, la verdadera competición estaría organizada en torno al mantenimiento del fervor de izquierda contra la gestión gubernamental del desastre del Prestige y la sistemática explotación de la emotividad antibélica de buena parte de la ciudadanía como rechazo electoral directo del PP. Por su parte, el PP, que al principio de la campaña creyó que contrarrestaría ese discurso con el resultado de la guerra y los beneficios que se derivaban de ésta para la posición española en el contexto internacional y aceptó continuar con el cuerpo a cuerpo en la lona de ese doble antagonismo, ha acabado por centrar su discurso en los logros autonómicos y municipales, en las cifras y en las promesas electorales (espectacularmente apoyadas por un Consejo de Ministros que no para de fabricar tesoros a descubrir de inmediato).

En lo concerniente a los dos partidos ahora extraparlamentarios (Unió Valenciana y sus socios, y el BNV-EV), a pesar de unas campañas ricas en propuestas, e incluso imaginativas, son en cierto modo víctimas directas de la marginación que produce la dimensión inusitada de la arena de competencia entre el PP y el tándem PSOE-EU y deben cifrar sus expectativas de superación de la barrera electoral del 5% en dos factores: lograr representación en todos los municipios donde presentan listas, y conseguir al menos un índice de fidelidad del 80% de sus votos municipales para las listas autonómicas.

El BNV-EV presenta en estos comicios municipales 86 listas más que en el 99 (un total de 253), mientras que UV se presenta sólo en 163. La proliferación de listas municipales es un indicador de la implantación y expansión de las siglas, pero debe tenerse en cuenta que en las municipales del 99, el BNV presentó una buena porción de listas virtuales, que contribuyeron a crear una falsa euforia desmentida por los resultados municipales y autonómicos. De ser todas las listas nacionalistas consecuencia directa de la implantación real de sus siglas -como ocurre en mayor medida con las de UV-, los dos factores apuntados tendrán un peso decisivo en los resultados finales. Con todo, el común de las encuestas descartan que UV vaya a obtener representación en las Cortes Valencianas, mientras que para el BNV la incertidumbre no conduce necesariamente y a priori al pesimismo.

Finalmente, el cansancio que está produciendo la reiteración de los mensajes negativos del PSOE y de EU les podría acabar jugando una mala pasada y desplazar votos muy selectos hoy en su zona hacia el BNV, UV y la abstención. Pero Paco Camps, Segundo, será President.

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