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LA TRAGEDIA DEL SUBMARINO RUSO

Un soplo de esperanza para los marinos del 'Kursk'

Una leve brisa de esperanza sopló ayer en torno a la tragedia que, desde hace una semana, mantiene en vilo al mundo. Doce buzos noruegos empezaron a maniobrar en la escotilla de popa del sumergible nuclear ruso Kursk, varado en el fondo del mar de Barents, a más de cien metros de profundidad y con 118 oficiales y marinos atrapados en su interior. Al caer la noche, las informaciones eran confusas, pero portavoces militares noruegos aseguraban que la única vía de escape del submarino no está tan dañada como se esperaba, que puede ser abierta y que, al otro lado, si no es seguro que haya vida, al menos parece probable que haya aire.

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