La esencia de un personaje en un plató desnudo
"Creo que los actores no debemos tener miedo a asumir riesgos. Medito mucho sobre lo que me gustaría hacer, y eso es trabajar para realizadores que tienen un mundo que contar. Es una cuestión de confianza y de compromiso", comentó Kidman sobre su participación en Dogville, de Lars von Trier, la más radical de sus entregas.
Ambientada en los años treinta, la historia gira en torno a Grace, una misteriosa mujer perseguida por la Mafia que llega a un pequeño pueblo, donde pide ayuda a los habitantes para que la escondan y protejan. "Me gusta sentirme aislada, lejos de todo, en medio del invierno, en medio de las montañas, como este personaje en Dogville. Me gusta la soledad y me gusta el trabajo. Y si puedo combinar ambas cosas, entonces me siento muy satisfecha", admitió la actriz australiana.
La cinta se rodó en un plató desprovisto de decorados, con simples marcas de tiza en una plataforma. "Donde no hay nada, te sientes desnuda. La ausencia de accesorios y muros te obliga a encontrar en tu personaje la esencia necesaria que reemplace ese vacío. Es todo muy peculiar", señaló Kidman, para quien el realizador danés tiene siempre "proyectos singulares, algo extraños, que sostiene con fuerza y conocimiento".
Efectivamente, el que la actriz se decidiera a participar en esta arriesgada película demuestra su compromiso y disposición personal por renunciar a todo y a volcarse hacia el cine de calidad. "He escogido esta profesión porque me da la oportunidad de viajar, de conocer diferentes culturas y de enriquecerme con esas experiencias".
A la ganadora del Oscar por Las horas le encantó hasta tal punto participar en esta "verdadera obra de arte" que se ha comprometido públicamente a continuar con la trilogía y seguir encarnando a la sufrida Grace. "Es una promesa, un compromiso", aseguró Kidman, muy seria, dirigiéndose a Lars von Trier. El segundo capítulo ya tiene título: Mandalay.
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