Diecisiete años de bastión socialista
Lasarte-Oria no conoce aún la alternancia política. Nació como municipio independiente en 1986 y desde entonces siempre ha estado gobernado por las mismas siglas, las del PSE-EE, y la misma persona, Ana Urchueguía. Y nada hace presagiar un cambio tras el 25 de mayo. La holgada victoria que obtuvo el partido en las municipales de hace cuatro años invita a pensar que la localidad seguirá siendo el bastión del socialismo en Guipúzcoa.
Incluso el cabeza de lista de la coalición nacionalista, Juan María Iradi, se resigna ante lo que considera una evidencia. "Puedes esperar un concejal o dos más" ahora que la izquierda abertzale está fuera de la disputa electoral, "pero no más. Pienso que Ana Urchueguía continuará gobernando", reconoce. "De todas formas, el ambiente está enrarecido. Dejar sin votar a 2.167 ciudadanos supone dejar las puertas abiertas a los problemas para los próximos cuatro años".
Lasarte-Oria se "está convirtiendo en un pueblo dormitorio de San Sebastián", asegura su alcaldesa
Lasarte-Oria es, en gran parte, Urchueguía, una socialista volcada en la cooperación internacional, quien durante estos años ha compatibilizado su trabajo como alcaldesa con el de senadora en Madrid y la vicepresidencia de Euskal Fondoa, la asociación de entidades locales vascas cooperantes. "Es una mujer de hierro, la Thatcher vasca", afirma uno de sus convecinos.
Pocos la conocían fuera de Euskadi hasta el 20 de marzo de 2001, el día en que ETA asesinó al primer concejal socialista: el teniente de alcalde, Froilán Elespe, su mano derecha, quien ahora da nombre a un parque de la localidad. La forma en que la primera edil se enfrentó al tortuoso pleno de condena del crimen -en el que el público se cebó verbalmente con los concejales de EH- la convirtió en portada de los periódicos y, con ella -que recibió el Premio Mujer Europea 2002- el nombre de Lasarte trascendió las fronteras regionales. Pero la fama tuvo su contrapartida. El cerco de los radicales se hizo más estrecho y Urchueguía lo sintió en varias ocasiones. El 23 de junio de 2002, cuando asistía a la final manomanística interpueblos disputada en San Sebastián por el equipo de su municipio, los radicales presentes entre el público la agredieron e insultaron en una encerrona.
"Vivimos una situación dramática, pero quisiera obviarla. Lo que tienen que votar los ciudadanos es gestión", dice la primera edil. Urchueguía está haciendo campaña para conseguir votos y no se molesta en ocultarlo. "Creo que hemos hecho una gran gestión, pese a las grandes dificultades". En una breve conversación, resume la realidad del pueblo y los proyectos que tiene en cartera para "mejorar la calidad de vida" de sus 18.000 habitantes.
Lasarte, que recibió una llegada masiva de inmigrantes, muchos para trabajar en Michelín,
en los años sesenta, cuando su actual territorio se dividía entre cinco municpios, sufre un grave problema de vivienda, algo en lo que coinciden gobierno y oposición. "San Sebastián expulsa a mucha gente hacia aquí", apunta la alcaldesa.
Debido a la carestía del metro cuadrado en San Sebastián y la inmejorable situación de Lasarte, a apenas ocho kilómetros de la capital donostiarra, está absorbiendo ese flujo de buscadores de vivienda a un precio que resulte asequible. "Se está convirtiendo en un pueblo dormitorio. Mucha gente trabaja en San Sebastián y sólo viene por la noche", se lamenta el candidato de PNV-EA. "Además, se han realizado promociones sociales en el extrarradio. Los jóvenes tienen que estar en el centro para revitalizar el pueblo, que está muerto y más tras la apertura del centro comercial Urbil", propone.
Todos los partidos apuestan por construir viviendas de protección oficial. Algunos, como la alcaldesa, con operaciones que pueden solucionar varios problemas de un plumazo. Los terrenos adquiridos a la orden de las Brígidas en el centro -en el entorno del Ayuntamiento y la Iglesia de San Pedro- y la regeneración de Loidi-Barren "hará posible tener un nuevo parque, viviendas y servicios públicos", explica Urchueguía.
Y más plazas de aparcamientos que paliarían en parte "este grave problema", según un vecino. Es una de las asignaturas pendientes de un municipio con un presupuesto de 4.000 millones de euros, que dedica un 21% de ese dinero a los servicios sociales, un 17% a la cultura y un 1,7% a la cooperación internacional.
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